Mujeres. Por: Heriberto Herrera. La sagrada escritura fue escrita en una cultura machista, en la que niños y mujeres no eran tomados en cuenta. Sin embargo, en su primer libro dice:

El Señor Dios echó sobre el hombre un letargo y el hombre se durmió. Le sacó una costilla y creció carne desde dentro. De la costilla que le había sacado al hombre, el Señor Dios formó a una mujer y se la presentó al hombre. El hombre exclamó: ¡Esta sí es hueso de mis huesos y carne de mi carne¡ (Gn 2, 21-22).

En el proyecto de Dios la humanidad no se comprende sin la mujer y el hombre. Si falta uno de estos, se pierde lo fundamental de la creación. Cuando se pierde de vista el proyecto de Dios en el corazón de la humanidad, empieza a degradarse el valor fundamental de la vida y brota el egoísmo que lleva a la destrucción de la humanidad.

Con mucha tristeza se evidencia el asesinato de mujeres, que van muriendo poco a poco a causa de la agresión verbal en el diario vivir de las familias. A eso se añade la agresión física hasta tal punto de quitarles el gran derecho a vivir. Estamos perdiendo el sentido de Dios y el sentido del valor fundamental de la vida a que tiene derecho toda mujer y todo hombre. Derecho a una vida digna.

Jorge Eduardo Arellano, historiador nicaraguense constata el gran aprecio, cuidado y respeto que nuestro antepasados tenían a la mujer. Al hablar de su vestido, dice: se cubria con una enagua- o huipil que le llegaba hasta las rodillas, o hasta los tobillos, si era principal.

Este sencillo detalle muestra que las mujeres en nuestra cultura han tomado papeles protagónicos en las decisiones del desarrollo de esta nación. Por eso, encontramos mujeres doctoras, policías, ministras, predicadoras, catequistas, obreras, campesinas, amas de casa, ingenieras, abogadas, periodistas, chef, modistas, modelos, etc.

Esto nos debe de comprometer a cuidar a nuestras mujeres desde el vientre materno, a erradicar de las familias, barrios y ciudades todo sexismo, machismo o violencia. Es el proyecto de Dios. No forma de nuestra cultura desacreditarla, infravalorarla, menospreciarla o agredirla. Al contrario, la mujer merece nuestro cuidado.

El Documento de Aparecida dice: Urge tomar conciencia de la situación precaria que afecta la dignidad de muchas mujeres. Algunas, desde niñas y adolescentes, son sometidas a multiples formas de violencia dentro y fuera de casa: trafico, violación, servidumbre y acoso sexual, desigualdades en la esfera del trabajo, de la política y de la economía; explotación publicitaria por parte de muchos medios de comunicación social, que las tratan como objeto de lucro.(número 48).

Todos somos responsables de valorar la riqueza del aporte de nuestra mujer nicaragüense. Debemos respetar la vida en su totalidad. Dignifiquémoslas, porque sin ellas la humanidad no es tal.

William Arguello, salesiano

Compartir