Experiencia como docente. Entre los meses de mayo, junio y julio, como requisito de una de las materias para obtener el título de profesor en educación media, estuve realizando en un Instituto público de Guatemala (INED Mario Alioto) mi proceso de práctica docente, es decir, un período en el que impartí algunas clases a jóvenes de 5° año de diversificado.

Tuve a mi cargo alumnos de Diseño Gráfico y Mecánica. En total eran 8.

La experiencia es inolvidable. Como salesiano estoy llamado a ser maestro, a ser un pedagogo, el plus de esta experiencia lo puso el hecho de trabajar con jóvenes muy pobres y en un ambiente también de escasos recursos.

En una de las jornadas, para cambiar un poco el ambiente, nos trasladamos a las instalaciones del Filosofado. Allí pudimos recibir las clases y jugar un rato.

Traté de poner mi mayor esfuerzo en cada clase, me ayudé de muchísimas teorías, presentadas por diversos autores, con el fin de proponer a los jóvenes diversas formas de aprendizaje.

Esquemas, mapas mentales, mapas conceptuales, exámenes por competencias, trabajos cooperativos, fue otro panorama para los jóvenes, nos salimos del tradicional “dictado” y tratamos de enfocarnos en los aprendizajes no sólo auditivo, sino también en el visual y kinestésico.

Al ser pocos alumnos, el proceso pudo ser muy personalizado, allí logré identificar (al platicar con ellos) que todos quieren continuar sus estudios en la universidad, pero no todos tienen los recursos necesarios para lograrlo. Muchos están a la espera de que las universidades les aprueben alguna beca.

Diseñadores, arquitectos, abogados, empresarios, son algunos de los sueños que presentan estos jóvenes, pero el que más me impactó fue el de uno que me comentó que le interesaba ser una persona distinguida, y para él, distinguido  significa poseer valores y virtudes, independientemente del rol que juegue en la sociedad.

Los temas que les impartí fueron sobre  los valores en general y la importancia que tienen estos para la persona, el respeto, la responsabilidad, la honestidad y la vivencia de los derechos humanos, tan necesarios para nuestra sociedad.

Cada tema fue enfocado en su realidad y esto ayudó a que cada contenido conceptual, procedimental y actitudinal fuera significativo para ellos.

Aprendí de estos jóvenes a que el maestro debe ser creativo. No basta con tener los conocimientos en mi cabeza, debo saber enseñarlos o transmitirlos.

Así como yo los fui evaluando ellos también me evaluaron, gracias a Dios todos salimos muy bien. Entre los comentarios finales, agradezco el de uno de ellos, que me escribió que yo les había enseñado con amor y que me animaba a seguir enseñando. Yo traté de hacerlo así, quizá porque de verdad siento que ser maestro es parte de mi vocación.

A cada uno de mis alumnos, solo me queda decirles gracias.

 

 

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