Imagen en linea gracias a arterealista.com Es una de las regiones más bellas de Costa Rica. Muchos pueblos llevan el nombre de santo o santa.

Saliendo de Cartago hacia el sur, se pasa ante la basílica a cruz griega del cercano poblado Tejar de El Guarco y se deja a la derecha San Isidro Labrador, también de El Guarco. Inmediatamente asciende la carretera, que lleva a Pérez Zeledón, serpenteando entre las frondosas montañas y dejando a los lados desvíos a las dieciséis filiales de la parroquia San Cristóbal Norte, que pertenece a la diócesis de Cartago, filiales que han dado buenas vocaciones salesianas. En dicha parroquia funcionó antiguamente el seminario menor construido con austeridad por Monseñor Sanabria en una soleada cóncava rodeada de montañas y que obliga al estudiante a mirar hacia el azul del cielo.

Llegados a la altura de casi dos mil metros, sigue la carretera ladeando entre el verdor de los bosques, siembras y pastizales para el ganado. A un lado y otro de la vía, en las alturas y ante el fondo azul del cielo, destacan sobre el verde color montañoso los blanquísimos y altos cilindros metálicos con sus enormes aspas o hélices que recuerdan los molinos de viento de Don Quijote y que ahora generan limpia energía eólica con el viento que sopla siempre en aquellas cumbres. Es la COOPE Santos, promovida por un emprendedor sacerdote. Dicen los entendidos que dicha energía será muy limpia, pero a un costo altísimo comparado con la generación hidroeléctrica o nuclear. El mismo error cometido por Japón y España hace años y que el Presidente Obama presentara como modelos en la publicidad de su campaña presidencial. Dicha energía eólica todavía ahora necesita subsidio que les sale muy caro a los ciudadanos españoles.

Antes de alcanzar la cota de los tres mil metros del Cerro de la Muerte, se deja la carretera general para embrocar a la derecha una de las muchas vías que recorren toda la Zona de Los Santos. Lo primero que salta a la vista del viajero es la solemne entrada a La Lucha, antigua finca de cabuya de José María Figueres Ferrer, que recuerda la revolución – liberación del cuarenta y ocho.

Dejando a la izquierda el desvío a Santa Cruz de León Cortés, se llega a San Pablo, pintoresca población que tiene en lo alto del pueblo una moderna y bien cuidada iglesia octagonal. Desde el atrio de la misma, se divisa casi todo el poblado y el soleado parque o plaza central. Al mismo se baja por una amplia escalinata flanqueada de verdes gramales y floridos jardines en terracería.

Pasando por la aldea de Santa Cecilia, se llega a San Marcos de Tarrazú. Su iglesia de imitación neogótica está en restauración. Un jovial y hablador anciano dice que allí conoció al santo padre Montero cuando todavía era “carajillo” y después cuando era telegrafista de Don Pepe, antes de vestir la clerical indumentaria de Don Bosco.

Siguen todavía Los Santos y se llega a San Carlos, cumbre desde la que se divisan hondos y angostos valles y las lejanas cordilleras que enmarcan el Valle Central de la “Pura Vida” Costa Rica.

Sigue la carretera ladeando por los altibajos de la crestería de la sierra entre bosques de cipreses y numerosos cafetales, pues ésta es una de las mejores zonas cafetaleras de la República. Entre el verde obscuro del café resaltan las clariverdes hojas de plátano y banano cual alas de águila protegiendo a sus aguiluchos de los ardientes rayos del sol tropical. Por supuesto que los centros parroquiales tienen a su vez numerosas filiales también con nombres de santos.

La meta de la gira turística es un valle muy profundo donde se juntan dos empinadas vertientes de soleadas mañanas y lluviosas tardes de obscura neblina: la hidroeléctrica de Pirrís, recientemente inaugurada. Pero todavía quedan muchas subidas y bajadas de valles intermedios. No hay polvo ni sequía como en otras latitudes, pues llueve casi todo el año. Finalmente se llega a la enorme presa o muro de cien metros de altura que tapa el embalse de cinco Km de largo. Es el lago artificial formado por todas las aguas que de varios afluentes recoge el río Pirrís desde su nacimiento a tres mil metros de altura en el Cerro de la Muerte.

El personal atiende a los turistas con la tradicional cortesía costarricense. Mientras se construía el dique, los ingenieros desviaron el caudaloso rio por un enorme túnel. Ocho meses ha tardado en llenarse el gran lago que ya se desahoga por otro túnel de seis metros de diámetro y diez kilómetros de largo, bajando en picada dentro de la rocosa montaña, hasta desembocar en la costa pacífica de Parrita. Allí está la sala de máquinas con los dos generadores que alimentarán la red nacional con un total de 127 megavatios. Ya está girando a plena potencia el primero. A uno y otro lado de la cima del ancho dique de concreto, que sirve de carretera de doble vía, dos corredores metálicos a bóveda permiten al visitante contemplar la inmensidad del embalse o la inclinada caída del muro macizo que contiene el empuje de las cristalinas aguas que con fuerza arrolladora bajan de las montañas.

Contemplada la ansiada meta en la profundidad de los valles, el viajero se vuelve a su casa por otro camino. De nuevo tendrá que subir y bajar empinadas cuestas. Llano Bonito, San Isidro Labrador de León Cortés, Santa María de Dota, etc., etc.

La Zona tiene tres grandes centros con numerosas aldeas y filiales del santoral. Y con frecuencia repetidos. Harían falta semanas para visitar tanto pueblo de santo.

San Pablo, con El Rosario, San Isidro siempre Labrador por todas partes, La Trinidad, Santa Rosa, San Luis, San Rafael, Santa Juana, La Concepción, San Francisco, San Antonio, San Andrés, Cristo Rey, Santa Cruz, etc.

Santa María de Dota, con San Gerardo, La Trinidad, San Martín, San Rafael, San Joaquín, etc.

San Marcos de Tarrazú con sus ventinueve filiales: Guadalupe, San Pedro, Santa Cecilia, San Antonio, María Auxiliadora, San Martín, San Juan, San Lorenzo, Santa Elena, San Isidro, La Esperanza, San Carlos, Santa Ana, San Jerónimo, San Rafael, San Gabriel, Los Ángeles, Fátima, etc., etc.

¿Se extrañará todavía el lector de que se llame Zona de Los Santos?

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