Image banck de ANS El 8 de febrero dimos comienzo a la gran aventura escolar en CEDES Don Bosco. Dos mil quinientas personas entre salesianos, profesores, personal de mantenimiento y alumnos se dieron cita para comenzar, sin exagerar, todo un mundo de propuestas educativas y pastorales.

La emoción de iniciar un nuevo año provoca ansiedad y expectativa pero comenzando a caminar en el horario normal pareciera que la corriente nos va llevando, y es una corriente no solo de actividades sino de personas. Y en medio brillan como joyas recién pulidas algunos chicos y chicas, todos ilusionados por regresar a casa, por regresar al aula, por regresar a la Iglesia y al patio.

Un día, después de haber concluido una actividad de bienvenida para los de nuevo ingreso donde se mezclaban armónicamente oración, compartir y reflexión, un chico se acercó a mi oficina con deseos de entablar una conversación “seria y madura”.

-        Quiero ser santo – me dijo.

Entre sorpresa y admiración le interrogue sobre tan firme decisión. Me contó que por invitación de una tía había llegado hasta nosotros. Sus padres estaban esperanzados en que la propuesta educativa que ofrecíamos le abriría todo un campo de posibilidades. Eso no es todo, a ellos y a él lo que más les había entusiasmado era la formación católica que brindábamos.

-        He leído la vida de San Francisco de Asís, el fundador de los salesianos – me dijo.

-        De Sales – le corregí.

-        Sí…siempre los confundo – se excusó entre risas.

-        ¿Sabes quién es Don Bosco? – le pregunté.

-        Sí, he leído un libro sobre él.

De mi librero saqué “Una biografía nueva” de Teresio Bosco con ánimo de invitarlo a leerlo.

-        Ese ya lo leí – me advirtió – mi tía me regaló y lo devoré rápidamente.

Me senté con él y comenzamos a hablar de todo lo que de San Francisco de Sales y de Don Bosco sabia y descubrí no solo una mente brillante sino un corazón muy disponible.

Me contó que quería ser sacerdote y que el primer paso era participar del grupo de acólitos del colegio. Yo le motive a hacerlo y disfrutar de todo lo que en el colegio se ofrecía.

Pero hubo algo que me dijo, que creó una inmensa alegría y preocupación personal :

-        Cuando supe que existía una escuela de santos, no dudé. Pensé que tenía que descubrirla y aquí estoy.

Cuantas ilusiones me provocó platicar con ese chico. Cuantas cosas hay que hacer y, sobretodo, cuánto debo ser para que esa motivación no se pierda, ni se olvide.

Con experiencias así quién se desanimaría para continuar la obra.

Compartir