Capilla del Colegio María Auxiliadora. San Salvador. Me llena de orgullo decir que soy salesiana, y que estudié en el Colegio María Auxiliadora de San Salvador. Muy pocas piensan lo mismo, pero creo que nadie me dejaría mentir, pero en una empresa, institución o en cualquier lugar se nota quien es un exalumno o exalumna salesiana. Ya que llevamos la marca, se nos enseña a dar más, a estar alegres y a confiar en María Auxiliadora.

Me atrevería decir, que hay exalumnas que ya no son católicas, pero su devoción a María Auxiliadora no se la quitan, ya que desde pequeñas se nos enseño que nuestra Madre, jamás nos abandonaría, y que a Ella siempre hemos de acudir en cualquier momento.

No soy exalumna activa, ya que no suelo ir a las reuniones de cada mes, pero cada 24 de mayo he llegado a rezarle a María, a agradecerle por un año más de su compañía, a pedirle que siempre me guie y que nunca deje que me aparte de su lado.

Cada 24, exalumnas de hace 2, 5, 10, 15 o más años vuelven a casa, para saludar a su madre, para decirle lo duro que ha sido y que ya no es como antes, cuando todo se resolvía a la salida del colegio, o cuando lo más terrible que nos podía pasar es no haber estudiado para el prueba sorpresa de matemáticas. Al recorrer cada pasillo y ver la imagen de María al centro del patio, pienso en las buenas amistades que cultive y que aun mantengo, también recuerdo aquellas que no fueron muy adecuadas, pero me hicieron formar mi personalidad. Al ver la columna blanca que sostiene la imagen de la Virgen, veo cuanto he crecido, y que ahora soy otra persona, y que mis bases están en ese patio, en esas aulas y en esos pasillos.

Al sentir la brisa y haciendo un poco de silencio interno, logro escuchar las conversaciones que dejamos inconclusas en los pasillos, las risas picaras, y las lagrimas que nos brotaban por problemas que nos hicieron más fuertes.

Las hijas vuelven a casa cada 24, por que recuerdan a su madre, y saben que Ella las espera. Lejos o cerca, cada una de sus hijas, retrocede en el tiempo y sabe que nunca ha esta sola, y que la Virgen siempre esta a la espera con su sonrisa, sus brazos abiertos y su hijo en brazos. Protectora, tal cual como la soñó Don Bosco, con un hermoso y gran manto, para que ninguno de los suyos quedase fuera de él.

Felicidades a todas, la Virgen nos soñó también a nosotras, la Virgen siempre nos mantuvo en su mente y al igual que a Don Bosco, a Madre Mazzarello, le dejo la misión de cuidar de nosotras.

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