Crónica de un paseo. Saliendo de la Capital colonial de Cartago hacia el Occidente, se pasa junto a cinco altísimas grúas de la construcción del futuro Paseo Metrópoli que será el cetro comercial más grande de la nación y que las malas lenguas dicen que es de capital ticoarias.

Pasado Tres Ríos y Curridabat, se trata de esquivar, por llanuras y guindos de asfalto en dirección al noroeste, el farragoso tránsito de la capital josefina, pues la meta es el aire puro de los bosques y panoramas del Monte de la Cruz en Heredia. Por el camino y subrepticiamente para evitar las iras de los anticlericales sanbenitos, se añadirán las “estaciones” de arte religioso.

Pero antes hay que pasar por la arabesca Guadalupe y por lo que en un tiempo (allá por mil ochocientos…) fueran los andurriales y fincas del camino o vía de las moras, que no por nada se llama Moravia, por los cuales correteaba el carajillo, ahora Doctor, Umaña Sánchez Arias (pero no de los ricos sino de los nuevos pobres), seguido a poca distancia y años de los Azofeifa Chacón. Estos últimos, nacidos y bautizados en la muy noble y leal ciudad de Santo Domingo de Heredia, emigraron al oriente en pos de las fértiles tierras de San Jerónimo de Moravia. Muy cercanos unos de otros y siempre rivales como los buenos vecinos, competían entre ellos, pero no por El Saprisa, que nada qué ver, sino por el comercio y la economía. Parece que el carajillo ya entonces descollaba como mago de la economía, como demostró al preguntarle a gritos a su tío delante de los presentes y potenciales compradores en la tienda de frutas:

-        “Tío, ¿verdad que me dijo que primero vendiera las podridas y después las buenas, como en lo del vino de las bodas de Camacho?

-        No, carajo, de Caná…

-        Ah sí, perdone tío, de… Canadá…”

Prosigue el viaje sin parar desde Cartago y renuncia, por la paz en casa, a las “estaciones” de arte religioso en Guadalupe, Moravia, Tibás, y Santo Domingo de Heredia (patria chica de ilustres salesianos, como Fulvio Azofeifa Chacón, Fabio Arce, José Chacón Azofeifa, etc). Se pasa por Heredia Centro, cuna de Alejandro Hernández, y se recuerdan otros hermanos de la misma Provincia: Rufino Cascante, Luis Fernando Gutiérrez, Dorilo Murillo, etc.

Finalmente estalla la paciencia al llegar a San Rafael de Heredia. El Director y su Vicario (cargo éste que para nada sirve, pues es res nullius sine titulo), gritan cediendo a la tentación de las “estaciones”: ¡torres, gullas, ojivas y arte gótico de una blanca iglesia a la vista…! Al grito de ¡tierra! como el de Diego de Triana que acompañaba a Colón, responde el Doctor U. al volante con un frenazo y su frecuente sentencia: “Pues vamos con todo…” ¡Y todos a tierra!

La iglesia cerrada paraliza la alegría de los improvisados expertos en arte, pero al momento brilla un rayo de esperanza: Una puerta se entreabre y asoma la cabeza de un trabajador quien sobornado por la astucia, esta vez clerical, murmura: “entren, pero sin hacer bulla y sin sotana”, como dijera el Presidente de Costa Rica a los primeros salesianos que en 1907 esperaban el permiso para entrar a la conquista, con la cruz pero sin la espada, de Cartago, San José, Pérez Zeledón y muchos otros lugares de Tiquilandia en los que ahora con orgullo se veneran las imágenes del Bosco y de la Auxiliadora.

Con la rapidez de una sabandija entran los cuatro primeros y se cierra la puerta…

El quinto, por buscar nuevas plantas de anturios en los jardines y tomar fotos de exteriores con cámara profesional, se queda fuera. Por más que grita nadie le abre, como a las necias vírgenes del Evangelio. Desde la salida de Cartago hablaba neciamente, como Menecio de anturios. Por eso, el Dr. U. lo rebautiza y le dice: te llamarás Nemesio Anturio Marroquín… Y es que por los cuatro puntos cardinales busca nuevas clases de anturios, además de los centenares que ya tiene en Cartago, para cultivarlos en los que ya son los mejores jardines salesianos de toda Centroamérica.

Mientras tanto, los que tuvieron la dicha de entrar a las bodas se deleitan con el banquete de arte interior, especialmente con los bellísimos vitrales italianos y flamencos en los laterales, en el ábside y en el frontispicio del conjunto neogótico latino.

Reemprendido el viaje, el microbús sube y sube lentamente serpenteando por el bien cuidado asfalto bordeado por verdes y bien recortados gramales, bosques, exclusivos centros comerciales, y lujosas mansiones de dueños y gerentes generales de las grandes empresas nacionales e internacionales que abajo en la llanura llenan los parques industriales de Heredia, Alajuela, San José y Cartago. En efecto, muchas instituciones mundiales escogen a Costa Rica como sede central de sus oficinas administrativas para toda América Latina, debido a la educación generalizada, la democracia, el estado de derecho, la paz, la seguridad física y jurídica para sus altos ejecutivos y el personal. Todos estos son elementos indispensables para atraer capitales tanto nacionales como extranjeros. A todo ello se añade otro factor importantísimo a favor de Costa Rica: la ecología, pues el 25 % del territorio son parques nacionales que son centros de atracción mundial para el turismo ecológico.

Llegados al parque del Monte de la Cruz, donde la comitiva entró completa, todos con cuota reducida de ciudadanos de oro, disfrutó de la maravillosa vista de la gran capital y parte del valle central. Junto con la bella vista y el aire puro, se deleita el oído con el trino de abundantes y coloridas aves del frondoso bosque tropical.

Al emprender la bajada a eso del mediodía, llama la atención una solemne entrada a una zona residencial que dice: “Ave del Paraíso”. Ni cortos ni perezosos, a la orden de uno que grita en el microbús “entremos rápido”, el Doctor U. le mete duro al caite y burlando la vigilancia policial, como perico por su casa, entra en la calle principal: es la Avenida Quintanar de la Sierra, de un exclusivo condominio. Por el estilo de las mansiones se nota que viven empresarios y jubilados norteamericanos y nordeuropeos. Claro, también ticos de elevado poder económico. A pesar de ser día de trabajo, no se ve alma viva por las calles, pero sí varios automóviles en cada mansión…y algunos amplísimos lotes vacíos. No se notan indicios de capilla alguna. Entonces exclama el susodicho Doctor Umaña, recalcando lo que ya había dicho en el Capítulo del Patio de la Pascueta en Selva Madre de los Solano: Aquí sí que vale la pena venir a evangelizar con celebraciones de elevados diezmos…y no las celebraciones de muertos en la Sabana que no son propias del apostolado salesiano… -- Pues como te oigan, le dice alguien, irás a parar a la Sabana…

A todo esto, los hambrientos excursionistas sienten ya el apetito y deciden dejar las alturas de aquellas zonas tan exclusivas y bajar más hacia San Rafael en busca de un restaurante adaptado a los bolsillos de los pobres. Al fin se topan con uno: “Lo más sabroso del maíz”. Entran, se sientan, empiezan a ordenar a la carta y… ¡cielos!, si no hay cerveza ni licor…es “evangélico”, pero no de aquellos evangélicos que dicen: “ yo soy evangélico pero tomo como católico…” No, no, restaurante para todo quisque, pero abstemios… Los finos catadores dudan si levantarse y retirarse, pero al fin se decide consumir el frugal almuerzo de proletarios.

El regreso a Cartago es rápido, pero no sin antes ceder dos veces a la tentación de las “estaciones” de arte religioso par visitar, a pesar de los anticlericales, dos basílicas. La primera, la de Santo Domingo de Heredia. A la entrada, los visitantes encuentran a la hermana del salesiano coadjutor Fabio Arce. En el jardín lateral están sepultados algunos sacerdotes, entre ellos el salesiano José Chacón Azofeifa.

En Tibás se visita la basílica de San Juan Bautista que se halla en restauración. Y finalmente, en honor al saprisista Umaña, los cinco peregrinos que se presentan como venidos de España, El Salvador, Guatemala y Costa Rica, logran que se entreabra un portón y entran a fotografiarse en las graderías del monstruo morado del Saprisa.

El regreso a casa es urgente por los compromisos diarios en el Templo Don Bosco de Cartago con la Eucaristía y las confesiones a las 5.30 pm. Las metas del día mensual de distensión comunitaria se habían cumplido, desde la salida a las 9 am. hasta la llegada a las 4.30 pm. del miércoles 20 de Junio.

El que esto escribe, de todo lo dicho da fe.

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