Atletas de Cristo Te invito primeramente a leer este artículo: Si eres joven te servirá para replantearte muchas cosas y descubrir que hay otros como tú que han descubierto que sus vidas son la mejor herramienta para servir a Dios; y si ya tienes unos años de más, te podría servir para comprender y descubrir que los jóvenes son capaces de animar nuestra Iglesia, y de ser entes de cambio.


Muchos títulos se me pasaron por la mente, al intentar nombrar este artículo: tal vez la experiencia de un catequista, jóvenes comprometidos, o confirmación de la Parroquia San Juan Bosco; pero recordé uno de los pensamientos que nuestro Papa Francisco dirigió a los jóvenes reunidos en la Vigilia de la JMJ 2013 que decía: “Ustedes son el campo de la fe. Ustedes son los atletas de Cristo. Ustedes son los constructores de una Iglesia más hermosa y de un mundo mejor”; y me pareció el mejor concepto que expresa el testimonio de estos 2 chicos que conoceremos dentro de un momento y que reflejan expresamente este título.
Pero bueno demos paso a sus palabras y conózcamelos un poco más:
Me llamó Mariana Zaghi, tengo 18 años y este año salgo del colegio; me confirmé en el 2013, y desde ese año ingresé a las filas del grupo de confirma como catequista.
Somos 6 personas en mi casa, mis papás que sirvieron como catequistas en una parroquia de tinte claretiano, y mis otras 3 hermanas que forman parte importante en mi vida.
Cuando tenía 6 años, serví en la Parroquia Espíritu Santo como acólita, si saber al momento que era una parroquia salesiana; mi hermana decidió acompañarme y perseveramos por tiempo en el grupo, hasta que por crecer y ya no entrar en la sotana, tuvimos que abandonarlo. Esa fue mi primera experiencia de Jesús, lo sentía como mi amigo; después de esta experiencia, me alejé un poco del servicio en la Iglesia, y me dediqué a otras responsabilidades.
Mi experiencia del colegio fue muy curiosa, estudié en un colegio católico, del cual mucha gente tiene la concepción de que es un sitio donde todo el mundo se sienta a leer la Biblia; pero es algo contradictorio, ya que es donde más contradicciones con la Fe se da en la gente, y cuando más dudas surgen que no son resueltas a tiempo.
Yo conocí mucho sobre el cristianismo por interés propio: sobre la Biblia, los sacramentos,…; llegó el momento de confirmarme, y pensé realizarlo en mi colegio, pero no se ofrecía este servicio, así que por invitación de una amiga llegué a la Parroquia San Juan Bosco.
Al inicio no me gustaba porque sentía que sabía muchas de las cosas que se daban, y que al ser tan masiva la asistencia lo que se buscaba era socializar y no crecer tanto en la Fe como quería; sin embargo, los retiros, la misma convivencia en el grupo me ayudó a ir cambiando de imagen, y a entablar una relación más estable con Dios, y con los otros confirmando, a quienes descubrí como mi Familia.
Hace unos días hablando con uno de mis confirmandos, él estaba muy triste, quería ser catequista, pero no sabía sí lo quería o no; eso me hizo recordar mi propio cuestionamiento cuando lo quise ser, recordando que tomé mi decisión porque había recibido tanto, había experimentado tanto que no me podía quedar con eso.
En confirma encontré algo que no había experimentado antes, ni siquiera en mis anteriores experiencias apostólicas; encontré una familia, encontré alegría, encontré a Jesús, encontré un regalo que muchas de mis amigas en el colegio vi que buscaban en otros lugares, y que yo descubrí en Dios, gracias a Don Bosco.
El tiempo me ayudó a descubrir que desde los 6 años, Dios me tenía consigo bajo el carisma salesiano, y esto me ayudo a profundizar más en mi Fe y en la llamada radical a la santidad en la alegría; desde entonces no siento vivir una religión triste, por el contrario la siento vivir con sentido.
Una gran alegría se inunda en mí, cuando sé hasta los nombres de los chicos que me corresponden acompañar en Confirma, desde que los veo quisiera hasta abrazarlos, para que experimenten el amor de acogida de Jesús como yo lo experimenté; y el cual muchos me expresar tiempo después. No comprendo porque muchos vamos a la Iglesia y no nos conocemos, nos damos la paz pero por simple rito, y no como reflejo de las primeras comunidades cristianas.
Luchar contra corriente en mi mundo juvenil es difícil, al regresar a tu casa o hasta el mismo colegio, te hace descubrir que muchos no van en el mismo rumbo que vos, y allí es donde se necesita tu respuesta radical, me perdí muchas fiestas de graduación, y otros momentos, por servir en Confirma, pero sé que opté por lo grande.
A veces no todo sale bien el trabajo, aunque es el Espíritu Santo el que lo guía, hay muchas cosas que necesitan de tu tiempo extra, de planificar aunque al final no salgan las cosas como esperas.
Recuerdo un retiro que hasta se nos fue la luz, y todos los chicos andaban corriendo por todos lados; y nosotros intentándolos calmarlos: interesante, jóvenes calmando a otros, nos hacen ver a veces nuestras propias limitaciones, una responsabilidad a la cual no estamos acostumbrados.
Yo estoy en la comisión de espiritualidad de mi grupo, y aunque a veces quieras hacer lo mejor, no quedas bien con todo el mundo; recuerdo una vez que todo salió mal, y que yo quería ir a llorar a la casa, y sin pensarlo, un joven se acercó a mí y me dio las gracias, porque había sido su mejor retiro; fue sin duda una gran lección.
Siento que como jóvenes siempre andamos buscando que hacer, creemos que hay que pasar de fiesta en fiesta para aprovechar nuestra edad, y creemos que hacer otra cosas es desperdiciar el tiempo; como una amiga que me dio a entender eso, cuando se enteró de que yo servía en la Iglesia.
Los sábados a las 3 de la tarde se volvieron parte de mi horario, por más que tenga que hacer, procuro no faltar; me encanta ver a mis compañeros catequistas, a los salesianos, a mis confirmandos; siento y me alegra, que es mi oportunidad de ver a los ojos a Jesús.
Mis confirmandos me dicen que soy alguien muy alegre, cariñosa, sonriente, pero muchas veces cargó problemas y tristezas, que aunque quiera vivirlas, se modifican al entrar al grupo.
Creo que el catequista que verdaderamente impacta es aquel habla de Dios inclusive en aquellos ambientes más insólitos, pero que habla con su vida; recuerdo una vez que un amigo me invitó a una fiesta, y al verme arreglada me dijo: ¡Qué linda te vez! Pero quítate la cruz y la medalla de la Virgen que cargas, porque no es lugar para Dios donde vamos, y yo le dije por qué si es allí donde Dios debería ir.
Nosotros catequistas somos jóvenes normales, nos gusta molestar, ir a fiestas; pero también nos gusta orar, hablar de Dios.
Mi plan más fijo para el otro año será estar en Confirma, no sé ni que voy a estudiar en la U, pero la certeza más fuerte que tengo es seguir; he tenido experiencias de voluntariado juvenil en mi país, y eso me ha ayudado a descubrir que hay gente que sufre, hay gente que necesita manos amigas como los mareros, y que uno puede crear un cambio si se lo propone, me gustaría dedicarme a eso toda la vida, servir a otros, y darles la experiencia del amor que yo encontré en Jesús; con eso les digo que hasta bombera voluntaria quiero ser.
Sugiero a los otros jóvenes que abran su mente y corazón a lo que hay, no juzguen a primera vista, porque eso te cierra a aprender. Yo encontré a Cristo en la Iglesia, pero sé que está en todos lados, en las buenas personas y sus acciones; denle una oportunidad; y a los otros catequistas les digo, que nunca pierdan el sentido, estamos para servir a Dios y construir su reino, el desarrollo de nuestras capacidades que es bueno, es la segunda cosa, no la primera; nunca pierdan la esperanza, los frutos se dan a su tiempo, solo hay que esperar.
El otro testimonio nos lo ofrece Julio Muñoz, también catequista del grupo de Confirmación de la Parroquia San Juan Bosco; conozcamos un poco de él:
Tengo 19 años, vivo con mis padres, mi hermano, mi abuelo; siempre participo de la celebración eucarística los domingos en esta parroquia, no faltamos aunque sea por algo muy extraordinario.
Soy el único de la familia que sirve en grupos, aunque he invitado a mis padres a estudiar teología, de mi abuelo entresaco su fortaleza espiritual, le gusta leer la Biblia, es sin duda un ejemplo para mí.
Toda mi vida sacramental está ligada a la parroquia, mis abuelos hasta catequistas fueron por acá; antes de servir en el grupo, no me imaginaba servir en la Iglesia, ni experimentar esta vivencia de familia que he vivido, y el aprendizaje espiritual que he obtenido.
Mi confirmación fue en el 2012, como catequista empecé en el 2014; ha sido una de las alegrías más grandes en mi vida cuando me admitieron al grupo de servidores.
Soy el encargado de logística del grupo, me ha tocado desde mover sillas, preparar eventos, buscar accesorios, arreglos, hasta limpiar baños; esto es algo que me gusta, siempre me gustó la logística, va con mi personalidad, con mi gusto del orden y la limpieza.
Lo que más me ha gustado del grupo es poder servir a otros jóvenes, interactuar con ellos, que se sientan contentos e identificados con el grupo y sobre todo con Dios, hacerlos felices, que se acerquen de una forma más personal y creativa con Dios.
Dios fue quien me incentivó a entrar al grupo, yo quería que otros experimentaran el amor que yo percibí cuando estuve como confirmando, aunque no siento haberlo vivido con intensidad en ese tiempo, tal vez por mi madurez, pero que hoy logro valorar y disfrutar a través del ser catequista.
Como catequista ha sido difícil vivirlo sobre todo fuera del grupo de Confirma, porque la gente te mira de otra forma, al saber que eres catequista, te etiqueta como que quieres ser sacerdote, y la verdad si algo he descubierto en la vida es que para seguir a Dios y servirle, no es necesario ser sacerdote.
Ha sido inclusive difícil en mi familia, porque esperan que seas pacífico, tolerante hasta con tu hermano, y la falta de paciencia sin duda es una de mis limitantes. La gente te exige mucho, te cuestionan, y es algo que te hace confrontarte con tu experiencia de vida.
Y por el otro lado, está todo lo positivo, lo que más te apasiona, lo que te ayuda a sobrellevar lo duro del camino; el servir, el ver la sonrisa de los confirmando, el sentirse cansado después de trabajar por el reino, el hacer la diferencia en la vida de otros, eso es lo que más toma sentido.
Una de mis experiencia a nivel espiritual más fuerte, la tuve cuando realicé un retiro espiritual-general que se hizo en la parroquia el 2014, allí fue donde conocí a uno de los hermanos salesianos que más admiro y que al momento de estar en la adoración, me hizo entender que lo que estaba haciendo me apasionaba, que lo que vivo, siento, expreso me gusta, y donde descubrí que valía la pena a pesar de todas las dificultades: seguir.
Uno de mis centros de motivación es darle a Dios todo el tiempo que pueda; me ha tocado muy difícil porque muchas veces quiere renunciar a tiempo igualmente valioso en cosas que te gustan, como cuando deje de ir a un paseo familiar por quedarme en un retiro del grupo, a pesar de que era un paseo que me hubiese gustado ir.
He notado sin duda después de mi asistencia a Confirma, un cambio hasta en mi familia, de mi hermano un mayor interés en la Iglesia, de mis papás un crecimiento en la fe, hasta de otro familiar su asistencia a un grupo eclesial.
Invito a otros chavos como yo, a que se dejen abrazar por Dios, que abracen una actitud positiva, abierta a Dios, que se dejen guiar por él. Que descubran que nada pasa por casualidad, que la gente que está en nuestra vida ocupa un lugar especial y necesario en ella, sobre todo si es gente que nos habla de Dios, es la mejor señal de su amor con nosotros.
Además que sean alegres, que no tomen las cosas como obligación, sino como una posibilidad de conocer a Dios, y de experimentar su amor en medio de la vida, un amor que nos dejó Jesús para poder ser mejores personas, felices, realizadas. Y ante todo el amor, que experimenten el verdadero amor, con el cual todo se mueve, que sean buenos, que sean solidarios.

Con estos dos chicos y con mi propia experiencia, quisiera invitarnos a seguir disfrutando nuestra experiencia espiritual con Dios, que no seamos mezquinos en la vivencia cristiana, sino que hagamos de este mundo un lugar más solidario, más humano, más real.
Y a los jóvenes, como nos dice el mismo Papa Francisco, no tengan miedo, de aportar lo mejor de ustedes al mundo; la edad no es excusa para servir a otros.

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