Fiesta de resurrección en Kosovo. Esta cuaresma y Semana Santa fue en definitiva muy diferente a todas.

Con las experiencias tan llenas de vida que el Señor me ha permitido vivir en las misiones en Alta Verapaz, Petén, Nicaragua, Honduras y Kosovo, esta vez puedo decirles que la misión fue mi corazón y mi vocación. A la luz de los estudios que ahora estoy haciendo y guiado siempre en el discernimiento por mi director espiritual y el confesor, este tiempo fue para redescubrir al Señor y redescubrir mi fe, la fe en la que he sido bautizado, fui educado, la que confirmé en mi adolescencia y la que me animó y guió a hacer cada una de mis opciones de vida. Y fue tan rico vivir cada domingo como "catecúmeno", preparándome a renovar espiritualmente mi bautizo en la vigilia pascual que en este año coincidió con mi "cumpleaños de bautizo", porque fui bautizado un 15 de abril de 1989. Fueron muchas las luces de las que se sirvió el Señor para acompañarme, por las que hoy agradezco y celebro con más consciencia y convicción, y sobre todo con más amor, la resurrección del Señor.

El clima en casa fue un factor que ayudó muchísimo. Varios de los hermanos están preparándose para ser ordenados sacerdotes, otros para ser ordenados diáconos y algunos para realizar su profesión perpetua. Ver a cada uno vivir este tiempo en vista a este momento clave de nuestra vocación inspiró mucho mi oración y alimentó aún más esa ilusión que en el interior me llama cada día a ser todo para el Señor. El recogimiento, el silencio, la penitencia y el cuidado con que cada hermanos celebraba la misa y la liturgia de las horas, invitaba tanto a adentrarse en el misterio del amor de Dios.

No pasa desapercibido tampoco el hecho de estar en Roma. El cambio del clima, la constate alusión a las celebraciones presididas por el Papa y la participación de tanta gente en la parroquia a la que pertenecemos ponen en el ambiente "el tema" a reflexionar. Y nuestras diversas actividades pastorales, que nos llevan a motivar y animar la fe de nuestros muchachos a vivir este tiempo con devoción, todo me hacía reflexionar en cuánto esta vocación no es para mí. Un animador, entre sus dudas y comentarios, me hacía reflexionar tanto esto: desde nuestra profesión pertenecemos totalmente a Dios y totalmente a los jóvenes. Nuestra conversión es para ellos, para hacerlos encontrarse, para nuestra salvación. Y cuánto bien le hizo a mi alma meditar en este tiempo mi "pertenecer a Dios y pertenecer a los jóvenes".

De hecho, esa fue la inspiración que me acompañó durante mis ejercicios espirituales. ¿Cómo pertenecer más a Dios? ¿Qué cosas me apartan de su amor? ¿Cómo ser totalmente para los muchachos? ¿Qué cosas me alejan de ellos? fueron las preguntas que me planteaba en las meditaciones y de las que espero poder dar frutos de conversión y de santidad. Al menos intentarlo pues... jaja

Por ahora se viene el sprint final en la Universidad. Mayo estará guiado por el tiempo de Pascua, la fiesta de nuestra Madre, las distintas ordenaciones sacerdotales y el cierre de clases. Vaya si no tengo tarea por hacer. Todo el mes de junio será la sesión de exámenes finales y podría decir que el año en la comunidad termina el 24 de junio con las ordenaciones diaconales. Digo termina porque el 26, si Dios me lo permite, estaría viajando para Guatemala, para tener las tan ansiadas vacaciones. Allá ya podré contarles las crónicas en persona.

De momento esto les comparto. Más que las actividades, esta vez les comparto cuanto se mueve y me mueve desde el interior. Conforme pasan los días, más descubro cuánto aún debo trabajar y cuánto el Señor me tiene paciencia y me ama. Cuánto gozo en el corazón mi ser salesiano y cuánto le agradezco por haberme regalado esta vocación. Eso si, no es solo un "regalo bonito", sino mi compromiso delante de Dios. De esta semilla me toca dar mucho fruto.

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