discernimiento Por: Ramiro Aguirre. Todos estamos llamados a ser cristianos, es decir, a hacernos una sola cosa con Cristo a través del bautismo (Rm 6,5). La Pastoral Juvenil debería lograr que los jóvenes,

mediante un proceso serio de catequesis, llegaran a un encuentro personal con Cristo. Hasta llegar a hacer propias las frases de San Pablo: "Estoy crucificado con Cristo. Vivo, pero ya no soy yo el que vive, es Cristo quien vive en mí. Pues mi vida en este mundo la vivo en la fe que tengo en el hijo de Dios, que me amó y se entregó a sí mismo por mí" (Gá 2,20). "No vivo para mí sino para Aquél que por nosotros murió y resucitó".

Conseguido esto, para el cristiano no debería sonar extraño consagrarse a Dios por entero. Si es cierto que no vivo para mí sino para Aquel que me amó y se entregó por mí, ¿cómo no voy a sentir la urgencia de evangelizar? Si el Reino de Dios es un bien tan extraordinario que merece la pena dejar todo para entrar en él, lo sensato es estar dispuesto a cambiar todo lo que se tiene para poder comprar el campo que esconde el tesoro del Reino de Dios.

Lo extraño es que los hombres sigan cavando cisternas agrietadas que no pueden contener el agua y mueren de sed, cuando Jesús ha dicho: "Yo soy el agua viva que salta hasta la vida eterna". Lo extraño es que tantos cristianos se resistan (como aquel joven rico) a seguir la vocación de especial consagración a Dios. Lo repito, para el bautizado no debería sonar extraño el seguimiento radical de Jesús.

La vocación es la relación que se establece entre Dios que llama a un creyente a colaborar en su misión salvadora, y la consiguiente respuesta de generosidad y disponibilidad absoluta del creyente, donde los gustos individuales pasan a un segundo plano.

De aquí surgen los criterios para discernir la auténtica vocación. Tenemos muy claro que la mentalidad moderna lleva otro enfoque: "Persigo y hago lo que me gusta, mientras me siga gustando, con tal de sentirme bien".

Como dije arriba, hay que enfrentar al candidato a la vida salesiana con los compromisos de su bautismo. Ser cristiano es una nueva forma de ser hombre. El cristianismo trastoca por completo el orden convencional de valores, da un nuevo sentido a la vida, hace que cambie la dirección de nuestros pasos y consigue que hagamos opciones valientes que parecen incomprensibles a quienes no han descubierto la luz del Evangelio:

"Del mismo modo que el que se hallaba en tinieblas, al salir el sol, recibe su luz en los ojos del cuerpo y contempla con toda claridad lo que antes no veía, así también quien recibe al Espíritu Santo se le ilumina el alma y, levantado por encima de su razón natural, ve lo que entes ignoraba" (Catequesis de S. Cirilo de Alejandría).

La pastoral vocacional en sentido amplio, debe trabajar la madurez humana y la plena conciencia de lo que significa ser cristiano. La pastoral vocacional en sentido específico (que busca sacerdotes y religiosos), debe presuponer precisamente esa madurez humana y esa plena conciencia de lo que significa ser cristiano.

Sobre la base de que existe una fe viva en Jesucristo, se llevará a cabo el discernimiento vocacional. Transcribo algunas señales de idoneidad vocacional, sacadas de los mismos documentos de la Iglesia que tratan sobre esta materia.

Dicho en forma muy general, y presuponiendo la fe, las señales de idoneidad vocacional podrían ser estas: a) Salud física y psíquica. b) Disponibilidad para formarse. c) Familia cristiana. d) Cualidades intelectuales. e) Liderazgo. f) Espíritu de servicio y de sacrificio.

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