baby  La posición a favor del aborto (pro-choice), está cambiando eficazmente nuestra forma de pensar mediante su dominación abusiva de los medios de comunicación de masas que propagandizan puntos de vista pro-choice, al mismo tiempo que deforman y censuran puntos de vista pro-life (a favor de la vida).

                  Después de que la Corte Suprema de los Estados Unidos legalizara el aborto en 1972, sus partidarios continúan promoviendo el aborto enérgicamente al mismo tiempo que alejan la atención de la matanza legal de inocentes. Crearon el término ‘pro choice’ intentando identificarse a sí mismos como el ejemplo más reciente de las muchas formas admirables de liberación humana.

                  La eliminación de los más débiles aparece entonces como un ejercicio noble de la libertad, como una ‘conquista’ de la civilización sobre todo para las mujeres, cuando en realidad se trata de una ideología de la muerte que se tolera y a veces incluso se impone.

                  Pro choice significa en realidad libre elección para matar a seres humanos inocentes.

                  Con estas distorsiones del lenguaje, una clínica abortista se presenta ahora como un ‘centro de salud reproductiva’. Matar al niño no nacido es llamado ahora ‘interrupción voluntaria del embarazo’. El embrión y el feto han sido declarados ‘no miembros de la raza humana’.

                  Las modernas nociones de Biología y Genética constituyen un obstáculo para estas personas, ya que la realidad científica enseña que el ser humano comienza a existir desde el momento de la fecundación.

                  Pero el lenguaje pro-aborto está cambiando eficazmente la percepción popular de la matanza de inocentes. Como dijo Juan Pablo II: “Acciones que hace poco tiempo eran unánimemente consideradas criminales y rechazadas por el sentido común moral, se están haciendo gradualmente aceptables en la sociedad.”

                  Es característico del movimiento pro choice entender la libertad como un bien absoluto, ilimitado y autónomo. Pero a nadie se le ocurre decir que somos perfectamente libres para robar. Existen límites legítimos a nuestra libertad. En todos los sistemas legales del mundo, los ciudadanos son libres para elegir, excepto cuando el ejercicio de esa elección irrespeta los derechos de los demás. Entonces, ¿cómo puede haber libertad legal para abortar?

                  Los propagandistas de pro choice intentaron resolver este problema, diciendo que no se trata de un crimen, puesto que, según ellos, el feto, ‘ni está vivo, ni es un individuo, ni un miembro de la raza humana’. Muchos líderes médicos y políticos han tratado de divulgar esas mentiras, pero los hechos confirman que el ser humano comienza a existir desde el momento de la fecundación.

                  Que el feto es un nuevo individuo no es una ‘opinión’ o una especulación filosófica, sino un hecho científico basado en la observación, ya sea por los 46 cromosomas distintivos de la especie humana, o bien por el latido de su corazón.

                  Al confrontarse con la evidencia científica muchos líderes pro choice han aceptado calladamente el hecho de que el aborto es la matanza legal de seres humanos inocentes. Pero otros, siguen manteniendo que este ‘asesinato’ legal está justificado por el valor mayor de la ‘libertad de elección’ de la madre (por su bienestar o por el ejercicio de su profesión), en comparación con la vida de un niño concebido, que no es deseado.

                  La visión pro choice sostiene la prioridad de la muerte sobre la vida: eliminan la vida mediante la anticoncepción y la esterilización, eliminan la vida después de la concepción con el aborto, eliminan las vidas minusválidas con la eutanasia, eliminan las vidas de las clases bajas y de los países del Tercer Mundo condicionando las ayudas internacionales a la implantación de las más radicales medidas contraceptivas.

                  La práctica y la autoridad médica han sufrido el impacto: el antiguo juramento hipocrático, con toda su bella integridad, ha sido una condición exigida para toda práctica médica durante 2500 años, hasta que los líderes pro choice del s. XX consiguieron eliminar de dicho juramento médico la siguiente frase: “Nunca daré una medicina mortal, si se me pide, ni daré semejante consejo; e, igualmente, no daré a ninguna mujer el pesario vaginal para provocar un aborto”.

                  Desde 1973, los abortos en todo el mundo han matado una media de 50 millones de niños no nacidos al año.

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