Defender la vida. Contrariamente a las declaraciones de derechos humanos de la ONU, que son favorables a la defensa de la vida humana, se constata la existencia en nuestra sociedad del mayor desprecio de la vida humana que se ha dado en la historia: tal es el caso del aborto.

            El 2011, en Europa se produjeron 2.863.649 abortos. Y desde que hay datos fiables hasta finales de ese mismo año, el número de abortos ha superado en ese Continente los 500 millones.

            Se da una contraposición entre dos derechos:

1-    El derecho a la autonomía individual de las personas, en este caso las mujeres.

2-    El derecho a la vida del no-nacido.

Y, hoy día, prevalece claramente la primacía de la autonomía personal de las mujeres sobre el derecho de la vida de sus hijos. Lo cual manifiesta un gran individualismo y un absoluto relativismo moral.

Para evaluar este ataque a la vida humana temprana es fundamental determinar cuándo esta vida comienza a existir.

Se trata de determinar si el producto de la división del embrión originado en la concepción es un montón de células sin valor alguno, o es un ser humano vivo, portador de la intrínseca dignidad que todo ser humano, por su propia naturaleza posee.

La realidad es que el embrión humano, aun antes de su implantación en el útero materno, posee todas las características que lo definen como una ser vivo de nuestra especie:

-       1-Posibilidad de poner en marcha el motor de su propia evolución biológica.

-       2-Capacidad de autocontrol y de auto-dirigir su propio desarrollo.

-       3-Capacidad de respuesta ante los propios estímulos y los del medio ambiente.

-       4-Capacidad de reproducirse manteniendo las características genéticas de sus padres.

Todas estas son características biológicas que definen una vida autónoma e individual humana. Es decir, con la fecundación y generación del embrión se produce un nuevo ser vivo de nuestra especie, que tiene vida autónoma, distinta a la de sus padres y que ineludiblemente seguirá un proceso biológico continuo y sin fisuras hasta su muerte natural. Por ello, terminar con él, es terminar con un ser  humano, es un acto abortivo, ya se trate de aborto pre-implantatorio o de aborto pos-implantatorio.

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