Jesús está vivo. La falta de un encuentro personal con Jesucristo Vivo es una de las principales causas de la superficialidad en la fe del católico. Superficialidad e ignorancia que ha llevado a muchos católicos a la indiferencia o a abandonar la Iglesia.

El papa Juan Pablo II en la carta que escribió durante su pontificado a los católicos del continente americano insiste sobre la necesidad de esta experiencia personal de fe.
Los Evangelios relatan numerosos encuentros de Jesús con hombres y mujeres de su tiempo. Una característica de estos episodios es la fuerza transformadora que tienen ya que abren un auténtico proceso de conversión:
1- En el encuentro con la samaritana (Jn 4,5-42), Jesús le habla del agua viva. “Si conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: ‘Dame de beber’, tú le habrías pedido a él, y él te habría dado agua viva”. “Todo el que beba de esta agua volverá a tener sed; pero el que beba del agua que yo le dé, no tendrá sed jamás, sino que el agua que yo le dé se convertirá en él en fuente de agua que brota para vida eterna”. Así suscita en ella la súplica: “Señor, dame esa agua para que no tenga más sed” y luego se siente impulsada a anunciar a sus conciudadanos que ha descubierto al Mesías.
2- Cuando Jesús encuentra a Zaqueo (Lc 19,1-10), éste consciente de las injusticias que ha cometido, decide devolver con creces a quienes había defraudado. Además asume una actitud de desprendimiento de las cosas materiales y de caridad hacia los necesitados. “Daré, Señor, la mitad de mis bienes a los pobres; y si en algo defraudé a alguien, le devolveré el cuádruplo”.
3- Gracias a su encuentro con Cristo resucitado, María Magdalena supera el desaliento y la tristeza causada por la muerte del Maestro (Jn 20,11-18). Jesús la envía a anunciar a los discípulos que Él ha resucitado. “No me toques, que todavía no he subido al Padre. Pero vete donde mis hermanos y diles: Subo a mi Padre y vuestro Padre, a mi Dios y vuestro Dios”. Fue María Magdalena y dijo a los discípulos que había visto al Señor y que había dicho estas palabras”.
4- Los discípulos de Emaús, después de encontrar al Señor resucitado, reconocen que su corazón les ardía cuando escuchaban sus explicaciones. Vuelven entonces a Jerusalén para contar a los apóstoles lo que les había pasado en el camino y cómo le habían conocido en la fracción del pan.
5- En el camino de Damasco, Pablo se encontró con Cristo. Allí tuvo lugar el cambio radical de su existencia, de perseguidor en apóstol.
6- El encuentro personal de Jesús con el grupo de los 12 Apóstoles tiene características muy especiales: tiene una importancia fundamental para la constitución de la Iglesia.

¿Qué testimonio puedes dar tú sobre tu relación personal con Jesucristo?
El encuentro personal con Jesucristo vivo estimula a amarlo, a imitarlo y a seguirlo. El amor de Cristo nos apremia a llevar las almas a Cristo.
El encuentro personal con Cristo vivo conduce a la conversión permanente, a liberarse del pecado; a arrepentirse de los pecados y apartarse de ellos; a conocer más a Jesús, estudiando el Evangelio; a orar más; a cambiar nuestra vida por una vida nueva; a buscar que se cumpla su voluntad sobre nosotros; a recibirlo en los sacramentos y, así, unirnos a Él. La Eucaristía es el lugar privilegiado para el encuentro con Cristo vivo.
El encuentro personal con Cristo vivo nos lleva a ser conscientes de las exigencias del Evangelio, del compromiso cristiano, y de nuestras obligaciones para con los hermanos. Nos lleva a desear ser santos; a desear transformarnos en Él.
El encuentro personal con Jesucristo vivo nos lleva a abandonar la forma de pensar y actuar del mundo. Si creemos que Jesús es la verdad, desearemos ser sus testigos para acercar a nuestros hermanos a la verdad plena que está en el Hijo de Dios hecho hombre, muerto y resucitado por la salvación del género humano.

Compartir