María madre de Dios. Un buen señor me llevaba en su vehículo hacia un pueblo alejado de una de las capitales centroamericanas, con el fin de celebrar la Misa de la fiesta patronal. El párroco no se daba abasto en aquella zona auténticamente misionera.


En el trayecto, largo y accidentado, tuvimos ocasión de hablar de todo. Pero, en un momento determinado, aquel laico me dijo: “Padre, yo creo en todo lo que nos enseña la Iglesia, menos en una cosa.” “¿Qué es?”, le pregunté yo. “No creo que María sea Madre de Dios. Es una afirmación exagerada y absurda. Es algo completamente imposible.”
Yo traté de explicarle lo mejor que pude el sentido de este dogma. Entre otras cosas le dije que la maternidad divina de María no significa que María haya dado origen a Dios. Por si era eso lo que a él le preocupaba.
El señor, cuyo nombre ya no recuerdo, no quedó convencido de mi explicación. Pero tampoco yo quedé convencido de mi propia explicación. Y, desde entonces, guardo el sentimiento de que no tuve las palabras adecuadas a las circunstancias.
Bíblicamente se pueden citar, sobre este tema, las palabras de la prima Isabel en Lc 1,43: “¿Quién soy para que mi visite la Madre de mi Señor?” Y también lo que dice Gálatas 4,4: “Cuando se cumplió el tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer”.
La maternidad divina de María, es el dogma más importante de los que se refieren a la Virgen, pues constituye la garantía de que la segunda persona de la Trinidad, se hizo realmente hombre, en Jesús. Y nos salvó.
Sabemos que Jesús es Dios y hombre verdadero, porque el Dios-Hijo, o sea, la segunda Persona de la Santísima Trinidad, se encarnó en las puras entrañas de María. De manera que en Jesús encontramos la unión de dos naturalezas: la naturaleza divina y la naturaleza humana, en una sola Persona divina.
Entonces resulta que María es Madre de Dios, no porque sea anterior a Dios (sería realmente absurdo), sino por haber engendrado la naturaleza humana de Jesús, estando esta naturaleza humana, unida la Persona divina del Hijo.
El hereje Nestorio, en el año 428 negó que María fuera madres de Dios, pues, según él, Cristo no es Dios, sino un hombre, unido de forma muy especial a Dios. Por eso, para Nestorio, María es solo madre del hombre Jesús.
El Concilio Ecuménico de Éfeso (año 431) condenó la postura de Nestorio y enseñó que, como dice Juan 1,14: “El Verbo de Dios se hizo hombre”, es decir que el Hijo de Dios Padre ha hecho suyo un cuerpo como el nuestro (con su alma), de modo que el hombre Jesús ha salido del seno de María siendo también el Hijo de Dios. Por esta razón, María es llamada Madre de Dios. No porque la divinidad del Hijo haya empezado a existir a partir de la Virgen, sino porque ella ha engendrado en sí misma, un ser humano al que se unió, desde la concepción, el Dios-Hijo formando ambas naturalezas una única Persona.
Repitiendo, la Virgen ha engendrado, por obra del Espíritu Santo, un ser humano al cual se ha unido desde el momento de la concepción, el Hijo, formando con ese hombre, una sola Persona. De modo que la Persona que María dio a luz, es la segunda Persona de la Trinidad. María dio a luz a Jesucristo, el cual es Dios y hombre verdadero. Por eso María es llamada justamente Madre de Dios.
El hombre que nació de la Virgen no es un hombre como los demás, al cual, posteriormente, haya descendido el Hijo de Dios. Sino que Dios-Hijo se unió al hombre Jesús desde que fue concebido en el seno materno; desde la anunciación del Arcángel Gabriel a María. De manera que el Hijo de Dios se sometió a un proceso de gestación en el vientre de María, y a un nacimiento natural, haciendo suyo el nacimiento carnal de Jesús.
María no ha dado origen a Dios. Pero el Dios-Hijo, que existía desde siempre (con el Padre y el Espíritu Santo), ha tomado de María el cuerpo de Jesús, con su alma, y se ha unido a ese hombre, formando con Él una sola Persona, la cual fue dada a luz por María.
Hay que saber que la autenticidad de la maternidad divina de María está íntimamente relacionada con la unidad de las dos naturalezas, divina y humana, en Cristo: Si María solo hubiera dado a luz un ser humano, Jesucristo no sería Dios y Hombre verdadero. Y no estaríamos salvados.

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