La sexualidad y sus trastornos. En los últimos tiempos se han modificado los criterios para establecer lo que es normal y lo que es patológico en el ejercicio de la sexualidad humana. Ahora se considera normal lo que antes se consideraban aberraciones o perversiones.


Ese ha quitado importancia al tema de las alteraciones de la sexualidad. Se ha llegado a eliminar totalmente del ámbito psico-patológico los trastornos de la sexualidad humana.
En 1973, la Asociación Americana de Psiquiatría decidió eliminar la homosexualidad de su manual de enfermedades mentales, declarándola como ‘normal’. Pero esa decisión de 1973 fue tomada bajo la fuerte presión política del activismo gay, como ellos mismos han hecho notar. La eliminación de la homosexualidad del manual de trastornos psiquiátricos no se produjo a través de un proceso racional de debate e investigación científica, sino que, por el contrario, fue una acción exigida por las circunstancias ideológicas de los tiempos.
Se minimizan trastornos que son suficientemente importantes como para que deban ser atendidos clínicamente. La actual permisividad los considera meras formas alternativas, socialmente aceptables, con las que cualquiera puede procurarse la satisfacción sexual que se le antoje a cada quién.
Las desviaciones sexuales eran consideradas auténticas enfermedades: homosexualidad, exhibicionismo, fetichismo, paidofilía, etc. Freud calificó como una desviación sexual, incluso la masturbación.
Pero, seamos realistas: Debemos reconocer que el comportamiento sexual humano puede degradarse, generando formas patológicas de satisfacción sexual que únicamente se dan en el animal racional que es el ser humano.
De hecho, los trastornos psicopatológicos de la sexualidad son hoy un hecho real, y debe concedérseles más atención científica de la que se le ha concedido últimamente.
La confusión que hoy está vigente en el ámbito de la sexualidad humana se manifiesta en formas muy precisas:
1- El hecho de que la función sexual se ha trasformado en una motivación ideológica del lobby gay y del feminismo extremo. La politización del sexo.
2- Se ha ampliado el repertorio de los comportamientos de que dispone el hombre para la satisfacción de su sexualidad. Dicha ampliación no se hubiera llevado a cabo sin los métodos anticonceptivos que han permitido reducir el sexo a la búsqueda de placer, independizándolo del amor, el matrimonio y la procreación.
3- El deseo de probar todas las posibles variantes de satisfacción sexual, incluidas las tradicionalmente consideradas como patológicas. Se ha dado el paso, casi inadvertido, de la sexualidad normal a la patológica. Así el permisivismo ha penetrado en la conducta humana.
Lo interesante es que, a pesar de esta aceptación social, de todo tipo de comportamientos sexuales tradicionalmente considerados patológicos, no ha disminuido el número de las consultas para terapia de la sexualidad. Todo lo contrario.
Por eso resulta incongruente afirmar, por un lado, que no existe la sexualidad patológica y que cualquier conducta sexual es válida, con tal de que satisfaga a quien la practica; y constatar, por otro lado, que aumenta el número de los terapeutas de la sexualidad y de los que se reúnen en asociaciones tales como Sexaólicos Anónimos.
Resulta pues insostenible en la práctica, la afirmación de que no existe la sexualidad patológica.
Es irrefutable la existencia de la patología sexual, puesto que es lógico considerar enfermo sexual aquel que consulta con un terapeuta sexual para tratar de resolver algunas de las disfunciones o conflictos que sufre.
Cualquiera que tenga un poco de experiencia clínica podrá constatar que hay mucha relación entre trastornos psiquiátricos y sexualidad humana. Lo afirma el siquiatra Polaino-Lorente (Sexo y Cultura, 1998).
Es posible que otro factor interesado en el confundir al hombre respecto a la sexualidad normal y patológica sea de índole económica. La difusión de la pornografía y las empresas que la producen, obviamente han de estar interesadas en continuar defendiendo la no distinción entre lo normal y lo patológico del comportamiento sexual humano.
Seamos claros: se le hace creer a la gente que tienen licencia para fornicar, a cambio de incrementar las ganancias de unos pocos, y de arruinar la salud física y espiritual de muchos.

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