Este es mi cuerpo. 1.- Para entender la Eucaristía comenzamos con una importante cita bíblica, Jn 6,51-56: “51Yo soy el pan vivo bajado del cielo. Quien coma de este pan vivirá siempre.

El pan que o doy para la vida del mundo es mi carne. 52Los judíos se pusieron a discutir: - ¿Cómo puede éste darnos de comer su carne? Les contestó Jesús: -53Les aseguro que, si no comen la carne y beben la sangre del Hijo del Hombre, no tendrán vida en ustedes. 54Quien come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna y yo lo resucitaré el último día. 55Mi carne es verdadera comida y mi sangre verdadera bebida. 56Quien come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él”.
2.- El Jueves Santo en el Cenáculo, Jesús no sólo realizó una cena, sino que transformó la Pascua judía del Antiguo Testamento. ¿Cómo lo hizo? Ocupando Él, en esa cena, el lugar correspondiente al cordero pascual de los judíos, signo de liberación. Por eso dijo Jesús: “Este es mi cuerpo que se entrega por ustedes” (Lc 22,19).
3.- Para entenderlo mejor recordemos la Pascua Judía. En Éxodo 12 se habla de un cordero que es sacrificado. Luego con la sangre, los judíos esclavos en Egipto, marcan las puertas de sus casas. Y el cordero se come de prisa, mientras pasa el Señor castigando a los dioses de Egipto y liberando al pueblo judío de la esclavitud. Posteriormente cruzarán el Mar Rojo en dirección de Palestina. El pueblo judío sigue celebrando esta Pascua liberadora, hasta el día de hoy.
4.- Volvamos ahora al Jueves Santo. Jesús, en la Última Cena, tomó el pan y pronunció las palabras: “Esto es mi cuerpo, que será entregado por ustedes”. Luego dijo: “Este es el cáliz de mi sangre, la sangre de la nueva y eterna alianza, que será derramada por ustedes y por muchos” (Mt 26,26-28). Los Apóstoles todavía no podían comprender estas palabras. Las entenderán al día siguiente, el Viernes Santo.
5.- El Viernes Santo, en la Cruz, el cuerpo de Jesús fue efectivamente entregado, y su sangre fue efectivamente derramada. En el Calvario, Jesús, como ‘Cordero de Dios que quita el pecado del mundo’ (Jn 1,29), se ofreció a sí mismo en sacrificio. No ofreció animales; ofreció su propio cuerpo; se ofreció a sí mismo. Este es el sacrificio de la Nueva Alianza. El supremo sacrificio de todos los tiempos. Es la culminación de la entrega de Cristo, por amor a nosotros: “Cristo, nuestro cordero pascual fue inmolado” (1Co 7-8).
6.- De esta manera la cena pascual del Jueves Santo y la muerte de Cristo en el Calvario, resultan relacionadas íntimamente. Ahora se comprende que la Última Cena fue un adelanto de su entrega por nosotros en la Cruz. La Última Cena fue un sacrificio ofrecido a Dios Padre por Jesús: su cuerpo y sangre en las formas de pan y vino.
7.- Cuando, en la Última Cena, Jesús después de decir: “Este es mi cuerpo que se entrega por ustedes”, añade “hagan esto en conmemoración mía”, está instituyendo los sacramentos de la Eucaristía y del Sacerdocio. Es el Señor resucitado el que viene a nosotros en el pan y vino de la Eucaristía. La Eucaristía actualiza el mismo sacrificio ofrecido en el Calvario de una vez para siempre. Pero el Jesús que recibimos en la Eucaristía no es el Jesús muerto, sino el Jesús resucitado, el Sumo y Eterno sacerdote del cielo. Él nos sirve de alimento espiritual en nuestro caminar. No hay otra forma superior de unión con Cristo en esta tierra.
8.- Enseguida después de la Ascensión, los Apóstoles comenzaron a celebrar la Eucaristía con la comunidad de discípulos, cada primer día de la semana (el domingo), el día en que Jesucristo había resucitado.
¿Tenemos conciencia de la profundidad que se encierra en cada Eucaristía?

Compartir