Divorciados vueltos a casar. La exhortación apostólica del Papa Francisco Amoris laetitia dice en su número 300 que se ha de proceder siempre ‘de acuerdo a la enseñanza de la Iglesia y a las orientaciones del Obispo’. Se refiere al acceso a la Eucaristía por parte de los católicos divorciados, que han iniciado una nueva relación de pareja, así como a los católicos casados solo por lo civil, o que están simplemente unidos.

 

El Obispo de la diócesis de Alcalá de Henares (España), ha asumido su responsabilidad al respecto, y el 20 de marzo del 2017 ha hecho públicas las disposiciones que resumo a continuación:
Se anima a todos los católicos divorciados, a acercarse a la comunidad parroquial para participar de la vida cristiana: que no se consideren separados de la Iglesia, puesto que son bautizados; que lean y escuchen la Palabra de Dios; que frecuenten la Santa Misa, hagan oración, practiquen la caridad y eduquen a sus hijos en la fe cristiana.
Podrán iniciar así un camino que, paso a paso, les acerque más a Cristo, profundizando lo que enseña el Evangelio sobre el matrimonio que fue instituido por Dios desde la Creación. Fue instituido como unión indisoluble del hombre y la mujer. Adicionalmente, Jesucristo elevó el matrimonio al rango de sacramento, o sea, a signo eficaz de amor a su esposa, la Iglesia.
La meta será que estos bautizados puedan llegar a vivir de acuerdo con las enseñanzas de Jesús. Podrán, entonces, recibir la absolución y la Eucaristía. La Iglesia ora por ellos y los anima como madre misericordiosa.
Esta es la enseñanza del Catecismo de la Iglesia Católica en su número 1650.
El Papa impulsa un acercamiento mayor, por parte de los sacerdotes, hacia todas las personas que viven esta situación. Juntos deberán discernir el mejor camino que los lleve a la meta. La meta a la que todos estamos llamados es poner en práctica el mismo modo de vida que Jesús nos enseñó, y que nos conduce a los sacramentos.
La Iglesia, basada en la Sagrada Escritura (Mt 5,31-32; 19,9; Mc 5,6-7; Lc 16,18; 1Co 7,10-11), enseña que los divorciados que se casan otra vez (así como los no casados por la Iglesia), no pueden ser admitidos a la Comunión ya que su condición de vida contradice objetivamente los mandamientos de Dios. Es preciso, pues, arrepentirse e iniciar una forma de vida distinta.
Si, por motivos serios (como la educación de los hijos), la pareja no puede separarse, ambos deben asumir el compromiso de abstenerse de los actos propios de los esposos. Ningún sacerdote puede dispensar de esta exigencia.
El Papa anima para que abramos caminos de acompañamiento que ayuden a estas personas a alcanzar lo que Dios quiere de ellas.
Siempre será posible, con la fuerza del Espíritu Santo.

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