¿Cómo se formó la Biblia? El catálogo oficial de los libros bíblicos es conocido con la expresión ‘Canon’. Al aprobar este catálogo, la Iglesia está reconociendo el origen divino de los libros sagrados, y la capacidad que tienen para regular la fe y la moral.

 

La formación del canon se inicia con el uso que la comunidad primitiva hizo de los libros sagrados en las celebraciones litúrgicas de la Iglesia.
Desde el inicio los libros inspirados gozaron de la aprobación de los Apóstoles y sus sucesores. El Espíritu Santo asistió a la Iglesia para que custodiase y proclamase el depósito de la Palabra de Dios.
Llamamos Apócrifos aquellos libros que, a pesar de su cercanía con los que forman el canon bíblico, nunca fueron reconocidos por la Iglesia universal como inspirados por Dios.

Historia del canon del Antiguo Testamento. La colección de libros del AT estaba ya básicamente establecida en el siglo I de nuestra era, como también su división en tres partes: la Torah (La Ley), los Profetas y los Otros Escritos.
La Torah, o sea el Pentateuco. Desde una época muy antigua, su carácter normativo era admitido en Israel como el fundamento sobre el que se debía basar la nación para mantener su identidad como pueblo de Dios.
Los Profetas. Su proceso para formar parte del canon tuvo lugar hacia mediados del siglo II antes de Cristo, pues ya entonces constituían una colección.
Los Otros Escritos. La vaguedad con la que se habla de estos ‘otros escritos’ en el siglo I antes de Cristo, parece sugerir que todavía, en aquel período, no se había fijado esta última sección de libros. La dificultad se debe a la existencia, dentro del judaísmo antiguo, de múltiples grupos cuyas creencias religiosas no eran uniformes.
Al no existir en el pueblo judío una autoridad que unificase las diferentes tendencias, encontramos dos colecciones parcialmente diversas de libros del Antiguo Testamento en el judaísmo: una colección en Palestina donde faltan los libros deutero-canónicos, y otra colección en la comunidad judía de Alejandría (Egipto). Ésta última se conoce como Biblia de los 70.
Se llama ‘de los 70’ porque resulta de una traducción al griego a partir de los escritos originales hebreos, realizada en Alejandría, por un grupo de setenta sabios judíos, en el año 250 antes de Cristo. En esta sí se incluyen los libros deuterocanónicos.
Los libros deuterocanónicos son siete: Tobías, Judit, 1 y 2 Macabeos, Baruc con la carta de Jeremías, Sirácide (o Eclesiástico) y Sabiduría.

El canon del antiguo testamento en la iglesia primitiva. El Antiguo Testamento es citado aproximadamente 350 veces en el Nuevo Testamento. Se mencionan casi todos los libros del AT. Las ausencias de algunos libros no deben sorprender, porque se trata, en todo caso, de citas circunstanciales. El texto bíblico utilizado por los autores del Nuevo Testamento fue, generalmente, la versión griega de los 70, motivo por el cual éste es el canon que fue aceptado por toda la Iglesia desde entonces.

Formación del canon del Nuevo Testamento. Todos los libros del NT fueron escritos en la segunda mitad del siglo I, o primeros años del s. II. Al principio, cada comunidad poseía solo un escaso número de escritos, pues, de hecho, casi todos estaban dirigidos a comunidades particulares (Romanos, Corintios, etc.). Sin embargo, en poco tiempo surgieron las primeras copias y colecciones.
El catálogo completo de los libros inspirados se fue haciendo poco a poco.
San Justino, hacia la mitad del siglo segundo, afirma que, en la liturgia eucarística, junto a los escritos de los profetas, eran leídos los Evangelios. San Ireneo (año 202) reconoce como Escritura todos los libros del NT, aunque no cita la tercera carta de Juan, ni la carta de Judas.
La Iglesia, al exponer los motivos de aceptación de los libros inspirados por Dios, se basó en este criterio: para que un escrito pueda ser tenido como auténticamente inspirado, su origen divino debe ser atestiguado por una tradición que se remonte a los Apóstoles y haber sido reconocido como tal por la Iglesia primitiva.
El canon oficial se impuso gradualmente gracias a la cadena continua de testimonios, que nunca desapareció. Así, se encuentran enumeraciones del canon completo en S. Dionisio de Alejandría (año 264), S. Atanasio (367), S. Agustín (430), S. Epifanio (403).
El Concilio de Trento (1546) afrontó el tema del canon bíblico debido a que los protestantes se apartaron de la tradición y eliminaron del Antiguo Testamento los libros deuterocanónicos. Por eso se definió: “El Concilio estima deber suyo añadir a este decreto el índice de los libros sagrados, para que a nadie pueda caber duda de cuáles son los libros que el Concilio recibe”. La lista completa se puede ver en el Índice de cualquier Biblia católica.

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