La norma del diseño humano es ser concebido como hombre o como mujer. La ideología de género afirma que las diferencias sexuales físicas y biológicas no definen que alguien sea varón o mujer. La anatomía sexual de cada uno es irrelevante en cuanto a la determinación de su propia identidad. Toda diferencia entre el hombre y la mujer ha sido elaborada en forma artificial, a través de la cultura y la educación.

 

Ciertamente la mujer ha sido discriminada y en muchas partes lo sigue siendo; y eso tiene que acabar. Lo cual no implica que toda diferencia entre varón y mujer deba ser borrada y que cada quién, en base a sus propios sentimientos y deseos, escoge lo que quiere ser: varón o mujer. Como dice Alicia Rubio: “Con la ideología de género nos prohibieron a nosotras ser mujeres, os persiguieron a vosotros por ser hombres, y a los niños los manipularon por ser niños”.
La ideología de género no solo contradice la creación de Dios, sino también la ciencia. De hecho, por ejemplo, el Colegio Americano de Pediatras (2016), urge a los padres, educadores y legisladores a rechazar todas las políticas que lleven a los niños a aceptar como normal una vida de cambio químico o quirúrgico de su sexo propio, por el sexo opuesto. Los pediatras norteamericanos afirman lo siguiente:
- La sexualidad humana es un rasgo biológico objetivo binario: XY y XX. La norma del diseño humano es ser concebido como hombre o como mujer. La finalidad de la sexualidad es obvia: la reproducción y crecimiento de nuestra especie. Los extraordinariamente raros trastornos del desarrollo sexual, son desviaciones de la norma sexual binaria; todas ellas son médicamente identificables y están directamente admitidas como trastornos del diseño humano. Los individuos con trastornos del desarrollo sexual no constituyen un tercer sexo.
- Todos nacemos con un sexo biológico. El género es un concepto sociológico y psicológico, no un concepto biológico objetivo. Todos nacemos como varón o mujer, pero la conciencia de sí mismo como hombre o mujer se desarrolla durante la infancia y, como todos los procesos de desarrollo, puede desviarse a consecuencia de causas tales como: -las percepciones subjetivas del niño, -sus relaciones interpersonales, y -eventuales experiencias adversas durante la infancia. Quienes se identifican como “sintiéndose del sexo opuesto” no forman un tercer sexo. Siguen siendo hombres biológicos o mujeres biológicas.
- La creencia de una persona de que él o ella es algo que no es, constituye un signo de pensamiento confuso. Cuando un niño biológicamente sano cree que es una niña, o una niña biológicamente sana cree que es un niño, existe un problema psicológico objetivo en la mente, no en el cuerpo, y debe ser tratado como tal, es decir sicológicamente. Estos niños padecen ‘disforia de género’. La ‘disforia de género’ es un trastorno mental, así reconocido en la más reciente edición del Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-V).
- Según dicho Manual, hasta un 98% de niños con género confuso, y hasta un 88% de niñas con género confuso, aceptan finalmente su sexo biológico de forma natural, tras pasar la pubertad.
- Los niños que utilizan bloqueadores hormonales para cambiar de sexo necesitarán hormonas cruzadas al final de la adolescencia. Las hormonas cruzadas (testosterona y estrógenos) se asocian con riesgos para la salud, entre ellos hipertensión, coágulos de sangre, derrame cerebral y cáncer.
- Las tasas de suicidio son veinte veces mayores entre los adultos que utilizan hormonas cruzadas y sufren cirugía de cambio de sexo. Este fenómeno se produce incluso en Suecia, que se encuentra entre los países con mayor respaldo a la Asociación de lesbianas, gays, bisexuales y transexuales. ¿Qué persona compasiva y razonable condenaría a ese destino a chicos jóvenes, sabiendo que tras la pubertad hasta un 88% de las mujeres y un 98% de los varones aceptarán su sexo biológico y alcanzarán un estado de salud física y mental?
- Condicionar a los niños a creer que es normal estar toda la vida sustituyendo química y quirúrgicamente su propio sexo por el opuesto, constituye un abuso infantil. Respaldar la discordancia de género como algo normal, a través de la educación pública y de las políticas legales, confundirá a hijos y padres, llevando a muchos niños a acudir a “clínicas de género” donde les administren fármacos bloqueadores hormonales. Esto, virtualmente, asegura que ellos ‘elegirán’ recibir hormonas cruzadas cancerígenas tóxicas, y probablemente considerarán, innecesariamente, cuando sean adultos jóvenes, la mutilación quirúrgica de sus órganos genitales sanos.

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