El mundo entero yace en poder del maligno. Juan 5.19.- «El mundo entero yace en poder del Maligno» (1 Juan, 5, 19). Esta cita nos da una descripción perfecta de lo que está sucediendo en el mundo, a lo largo de la historia de la humanidad. Una confrontación entre dos fuerzas: la fuerza de atracción, cuya fuente está en el Corazón herido del Crucificado-Resucitado, y el poder de Satanás, que no quiere ser expulsado de su reino.

 

En el juicio ante Pilato, el gobernador pregunta a Jesús si es un rey, a lo que Jesús responde: «Sí, como dices, soy Rey. Yo para esto he venido al mundo: para dar testimonio de la verdad. Todo el que es de la verdad, escucha mi voz» (Juan 18, 37).
Jesús quiere que entendamos que su realeza no es la de los reyes de este mundo, sino que, no se impone por fuerza, sino por la verdad de la cual es testigo.
Jesús en la Cruz atrae a todos a Sí mismo, porque es sobre la Cruz que la Verdad y el Amor resplandecen. Pero esta fuerza de atracción sólo puede tener efecto en aquellos que aman la verdad.
En cambio, el enemigo, que sostiene el mundo entero bajo su influencia, domina a través de mentiras. Jesús dice de Satanás: «Vosotros sois de vuestro padre el diablo y queréis cumplir los deseos de vuestro padre. Este era homicida desde el principio, y no se mantuvo en la verdad, porque no hay verdad en él; cuando dice la mentira, dice lo que le sale de dentro, porque es mentiroso y padre de la mentira» (Juan 8, 44).
Es homicida, porque él está tratando de matar en el corazón del hombre el deseo de la verdad. Al inducir al hombre a la incredulidad, quiere que el hombre se cierre a la luz de la Revelación Divina.
Dado que el hombre está situado entre dos fuerzas opuestas, la condición en que se encuentra debe necesariamente dar lugar a dos culturas: la cultura de la verdad y la cultura de la mentira.
El Apocalipsis describe la confrontación final entre los dos reinos. En ese libro, la atracción de Cristo toma la forma de triunfo sobre los poderes enemigos. «Y fue arrojado el gran Dragón, la Serpiente antigua, el llamado Diablo y Satanás, el seductor del mundo entero; fue arrojado a la tierra y sus ángeles fueron arrojados con él. Los mártires lo vencieron gracias a la sangre del Cordero y a la palabra de testimonio que dieron, porque no amaron tanto su vida que temieran la muerte» (Ap 12, 9.11).
¿Hay ejemplos en nuestra cultura que revelan con claridad la confrontación entre la atracción que ejerce el Crucificado-Resucitado y la cultura de la mentira construida por Satanás? La respuesta es afirmativa.
El primer ejemplo es el aborto, crimen abominable considerado «derecho». Entiéndase bien: No hablamos del aborto como un acto realizado por una persona particular. Hablamos de la más amplia ‘legitimación’ que un poder judicial es capaz de cometer: incluir el aborto en la categoría de derecho. Esto significa llamar ‘bueno’ lo que es malo; llamar luz lo que es oscuridad. Se cumple la palabra de Jesús: “Cuando el diablo dice la mentira, dice lo que le sale de dentro, porque es mentiroso y padre de la mentira”.
La razón por la cual el hombre no debe derramar la sangre de otro hombre es que el hombre fue creado a imagen de Dios. Violar lo sagrado de la vida humana es un acto sacrílego contra la santidad de Dios. Al legitimar la muerte de los humanos, Satanás ha sentado los cimientos de su «anti-creación»: sacar de la creación la imagen de Dios.
El segundo ejemplo es la equiparación de la unión homosexual con el matrimonio. Esto, de hecho, niega enteramente la concepción del Creador con respecto al matrimonio. La Divina Revelación nos ha dicho qué piensa Dios acerca del matrimonio: es la unión legítima de un hombre y una mujer, fuente de nuevas vidas. En la mente de Dios, el matrimonio tiene una estructura basada en la complementariedad de los sexos: feminidad y masculinidad. Sólo así el hombre escapa de su soledad original: “No es bueno que el hombre esté solo”.
La unión entre un hombre y una mujer, que se convierten en una sola carne, es cooperación humana en el acto creador de Dios: cada persona humana es creada por Dios y engendrada por sus padres; engendrada por sus padres y creada por Dios.
En la raíz de todo este desorden está la obra de Satanás, que quiere construir una anti-creación. Es como si Satanás le dijera a Dios: «Soy capaz de construir una alternativa a tu creación. Y el mismo hombre considera que es mejor esta mi creación alternativa que tu creación. Convenzo al hombre de que la Verdad no existe. Y coloco en su corazón la sospecha de que el amor no es más que una ocasión para el placer».
En este enfrentamiento entre el bien y el mal estamos llamados a TESTIFICAR. Este testimonio es nuestro modo de estar en el mundo, sin ser del mundo.
Testificar significa anunciar abierta y públicamente la Palabra de Dios. Si no hablamos abierta y públicamente, ya no somos testigos, sino desertores.

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