Foto de: Cathopic. Cuando una niña violada queda embarazada, ¿es permitido el aborto? Veamos.

 

Las razones por las que la Iglesia Católica prohíbe el aborto son las siguientes:
a) La vida humana comienza en el momento de la fecundación.
b) Toda vida humana es sagrada.
c) Hemos recibido de Dios el mandamiento de ‘no matarás’.

De esas premisas sacamos la conclusión de que el aborto es siempre un crimen. Especialmente horroroso porque la víctima, además de inocente y débil, también es indefensa.

Desde el primer momento de su existencia, al ser humano se le deben reconocer sus derechos, el primero de los cuales está el derecho inviolable de todo ser inocente a la vida.

Las circunstancias de una niña, que ha quedado embarazada como consecuencia de una violación, son especialmente trágicas. Sin embargo, no invalidan las premisas que hacen del aborto un crimen.

En efecto, también en su seno se ha concebido un ser humano. También la nueva vida humana es sagrada. También en ese caso permanece vigente el mandamiento de ‘no matarás’. Por lo tanto, tampoco en las circunstancias especialmente lamentables puede ser justificado el aborto.

Cada ser humano inocente es absolutamente igual a todos los demás en dignidad y derechos. “Tú, Señor, me has tejido en el vientre de mi madre” (Sal 139,13). ¿Por qué en estos casos tan tremendos el que resulta castigado siempre es el más débil? ¡Y con la pena capital! ¡Es exclusión total de los más pobres entre los pobres! Y, en cambio, poco se alude al verdadero causante de estos problemas que es el violador. El cual suele quedar impune.

El aborto es algo intrínsecamente inmoral. Sin embargo, pueden existir circunstancias atenuantes que disminuyen la responsabilidad moral del sujeto. La Iglesia siempre ha distinguido por un lado, la malicia objetiva de una acción y, por otro lado, la responsabilidad moral de la persona que comete dicha acción bajo determinadas circunstancias.

La exposición clara de la doctrina católica sobre el aborto parece a muchos excesivamente rígida. Les parece que no toma en consideración las circunstancias especialmente difíciles de ciertos casos. Esto no es cierto. La responsabilidad moral subjetiva se determina en la conciencia de cada quien, delante de Dios. Los atenuantes en el caso de una niña violada son obvios. “La Iglesia sabe cuántos condicionamientos pueden haber influido en vuestra decisión, y no duda de que en muchos casos se ha tratado de una decisión dolorosa e incluso dramática” (Juan Pablo II, Evangelium vitae, 99). Por eso se recomienda abstenerse de todo juicio de condena en los casos más dramáticos.

Pero la exposición clara de la verdad sobre el aborto es necesaria, sobre todo para prevenir. La verdad es la forma eminente de caridad si se acompaña con la paciencia y la bondad de la cual el Señor mismo ha dado ejemplo en su trato con los hombres.

Se hace mucho énfasis en la rigidez de la doctrina católica. Ante la opinión pública queda la impresión de que la Iglesia Católica es la responsable de estas tragedias personales. Parecen más compasivas las personas que se manifiestan a favor del aborto. Pero, repito, poco se alude al verdadero causante de estos problemas que es el violador. El cual suele quedar impune.

Habría que preguntarse qué origina en nuestra sociedad la existencia de tan alto número de violadores que no respetan ni siquiera a las niñas y niños. Creemos que este es el verdadero problema cuya solución habría que buscar.

No cabe duda de que por lo menos gran parte de culpa corresponde a la ideología moderna que proclama por todos los medios el libertinaje sexual (desde la escuela). Su propaganda se añade a la natural debilidad humana y hace que los crímenes sexuales se incrementen.

Quienes están a favor del así llamado ‘sexo libre’, y quienes viven del comercio que gira en torno al sexo, son responsables porque contribuyen a aumentar las frustraciones sexuales de mucha gente.
Por el contrario, el cumplimiento de la moral sexual basada en las Sagradas Escrituras, es la mejor solución preventiva para estos problemas de violaciones, embarazos no deseados y para evitar el contagio de enfermedades venéreas. La sexualidad al servicio el amor verdadero y comprometido.

El aborto ni remedia la violación, ni sana las heridas psíquicas.  Existen instituciones que se ofrecen para adoptar a esos niños cuyas madres, solas, no desean o no pueden hacerse cargo de sus hijos. Por ejemplo, el Proyecto Gabriel Pro-Vida.

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