Blog El Padre Luis dice

Se trata de ir a Jesús y en Jesús encontrarnos a nosotros mismos, y a los demás, sanados, resucitados, fuertes por la gracia de Jesús. / Fotografía: cathopicLa meditación está de moda. Pero no tanto la meditación cristiana, sino conceptos de meditación importados de religiones orientales.

"Luz que penetra las almas; fuente del mayor consuelo" / Fotografía: Cathopic-marilopzEl Espíritu Santo es la menos conocida de las personas de la Trinidad. Intentemos conocerlo por los efectos de su acción en los apóstoles, a partir de Pentecostés.

Cada quien, desde la fe, teniendo en cuenta sus propias cualidades y talentos, buscará aquella proyección amorosa que dé a sus vidas sentido y plenitud.La sexualidad humana es un invento divino. Va unida a la creación de nuestros padres Adán y Eva. “Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios los creó; varón y mujer los creó. Y los bendijo Dios y les dijo: ‘Sean fecundos, multiplíquense’” (Gn 1,27-28).

Somos elegidos de Dios y nadie ha nacido por error ni por casualidad. Hemos nacido por el amor de Dios y nuestra vida tiene un propósito. Dios nos ha elegido en Cristo antes de la creación del mundo, para que seamos santos y sin defecto alguno, por medio del amor. Nos ha elegido de antemano para ser sus hijos adoptivos por medio de Jesucristo, porque así lo quiso voluntariamente, para que alabemos su gloriosa benevolencia, con la que nos agració en el Amado. Por medio de su sangre conseguimos la redención, el perdón de los pecados, gracias a la inmensa benevolencia que ha prodigado sobre nosotros, concediéndonos todo tipo de sabiduría y conocimiento (Ef 1,4-8).

Esta función es la más sublime que puede ejercer un ser humano: ser colaborador de Dios Creador en dar vida a otro ser humano. /Fotografía: Cathopic.La maternidad y la paternidad humanas son realidades sagradas porque tienen como modelo la paternidad y maternidad de Dios. Y Dios mismo ha querido que los padres y madres colaboren en Su obra creadora de transmitir la vida a nuevos seres humanos.

No existen en la vida actos humanos indiferentes. En mayor o menor medida, todo lo que hagamos o dejemos de hacer nos acerca o aleja de Dios.La ‘gracia’ es el favor de Dios manifestado en Cristo, que tiene sus efectos de salvación en el hombre. El amor de Dios al ser humano se manifiesta ante todo y sobre todo en el envío al mundo de Jesucristo, para que todos nosotros podamos ser partícipes de la vida divina (Jn 3,15).