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La comunión espiritual es un acto de fe y de amor. /Foto: Cathopic-Dimitri Conejo SanzCristo muerto y resucitado, entregado en la Eucaristía es el centro de la vida de la Iglesia y de la vida de cada creyente. Sucede que no siempre podemos acceder a la Eucaristía de modo sacramental, bien porque no estamos en gracia de Dios (en pecado mortal), y nuestra situación de vida no concuerde con la vida que debemos vivir como bautizados, o por estar enfermos, o por vivir en una zona alejada en la que los sacramentos no se celebran con regularidad. Algún viaje de emergencia u otra complicación extraordinaria podría también limitar nuestro acceso a la Eucaristía.

El bienestar familiar debe prevalecer por sobre todo lo demás. / Foto: Cathopic - Caro MendozaLa actual situación que se está viviendo no solo en nuestro país sino a nivel mundial por la pandemia del COVID-19, ha obligado a las familias a disminuir sus actividades fuera de la casa, debiendo permanecer la mayor parte del tiempo en sus hogares, evitando en la medida de lo posible el contacto social. Lo anterior, como una forma de reducir los contagios de la enfermedad. Esta situación, está haciendo que la convivencia dentro del hogar no resulte tan sencilla, sobre todo cuando cada miembro de la familia debe compartir el mismo espacio por una cantidad de tiempo indeterminada.

La expresión ‘Dios permite el mal’ hay que saberla entender - Fotografía Cathopic/MariavsPorqué permite Dios el dolor. Pero ¿lo permite realmente?


Ocurre que la libertad va indisolublemente unido a la responsabilidad. Nuestras acciones tienen consecuencias. Con mi libertad construyo mi vida, e influyo, positiva o negativamente, en las vidas de los demás y, a la vez, la libertad de los demás influye en mi propia vida, positiva o negativamente. La sociedad humana es una continua interrelación de unos con otros, y nos hacemos sufrir unos a otros con frecuencia. Consciente o inconscientemente.

Aferrémonos a Dios y veremos cuantas cosas difíciles resultan superables. / Fotografía Cathopic.Hay algo que nadie nos puede impedir nunca, ni siquiera en las peores circunstancias. Es la presencia de Dios en nuestras conciencias. Ahí siempre está Él accesible a nuestras oraciones. Somos personas, imágenes y semejanza de Dios; somos dignos. Somos libres aún en medio de nuestras limitaciones. Si, además, por la fe y el bautismo, el Espíritu Santo habita en nosotros, somos hijos de Dios unidos al Hijo, partícipes de la vida divina, de la vida sobrenatural, entonces todo lo demás resulta superable.

El amor verdadero, exige el matrimonio. Foto: CathopicMuchos piensan que no hay nada de malo en hacer de la relación sexual un encuentro ocasional. Ambos partners aceptan tranquilamente que mañana junto a mí estará otro u otra. La pareja es completamente intercambiable; su lugar puede ser ocupado por quien en cada momento despierte el interés erótico.

Lo permitió porque Dios quiso respetar la libertad del hombre.Dios sabía de antemano que el pecado iba a causar muchas desgracias. Dios sabía que incluso iba a ocasionar la muerte afrentosa de su propio Hijo. A pesar de todo Dios permitió el pecado. Aunque ya preveía unas consecuencias tan espantosas.