Foto: Vidhyarthidarpan Tema delicado y, en muchos casos, angustioso. Ver cómo un hijo toma sin importancia el tema de la formación y de los estudios es una situación que supera a todo padre/madre.


Quisiéramos que fuesen diligentes, responsables, trabajadores, ordenados, disciplinados, motivados, ilusionados, conscientes de la importancia de la formación para su futuro. La realidad es que a veces cuesta que se sienten a estudiar, a preparar, a resumir, a leer, a estudiar, a... y !nos desesperamos! Paz y bien, a pesar de todo.

No hay otro camino. Estudiar, formarse y sacar los cursos es importante para la vida de los hijos. Cuanto más sepan, cuanto más formados estén y cuanto más estudios realicen, mejor. Sin olvidar que no es lo único importante en la vida. Junto a los estudios coexisten otras cuestiones importantes, y no han de dejarse a un lado, centrándose única y exclusivamente en los estudios y en los resultados académicos. No hace falta tener una gran cultura ni ser rico ni haber leído mucho ni poseer un elevado coeficiente intelectual ni poseer varias titulaciones para lograr cierto grado de felicidad en la vida. Es importante tener expectativas que se ajusten a lo razonable y a una actitud positiva.
Factores que influyen en los hábitos de estudio

1. Agendas sobrecargadas. Aparte de las 6-8 horas que se pasan los chicos en el aula, se añaden tareas escolares, clases extraescolares, clases de apoyo, clases de música, deportes, otros idiomas... ¿Cuándo juegan?

2. Ambiente escolar. Que esté a gusto en el colegio con un ambiente educativo en el aula, profesores motivados, tutores implicados, unión para la auto superación y seguridad personal, fomento de expectativas reales.

3. Ambiente familiar. Contempla la situación económica de la familia, la ausencia de padre o madre en casa cuando están los hijos, familias desestructuradas por separaciones o por mala relación entre los progenitores, cambios frecuentes de casa, desacuerdo entre los padres sobre lo educativo, altas expectativas que no aceptan el fracaso.

4. Situaciones individuales. Miedo de los hijos a fracasar ante los padres, a no llegar al nivel que ellos esperaban. Miedo a aumentar la tensión en casa porque no aprueba todas las asignaturas. Miedo a las represalias o consecuencias si reprueba. Baja autoestima del niño o adolescente que no cree posible llegar a las metas que se propone. Complejo de inferioridad por tener hermanos brillantes con quienes se compara.

5. Los amigos. La influencia de las amistades es determinante. Si están en un grupo de personas con buen rendimiento, lo usual es que compartan ese nivel de rendimiento. Si es un grupo de personas no bien adaptadas al colegio y con bajo rendimiento, a la larga se perjudicará buscando la aceptación del grupo. A partir de los 12-13 años el preadolescente necesita del grupo de iguales para formar pandilla y sentirse significativo. Sus amigos son lo más importante.

Con esta pequeña aproximación a los factores que pueden influir en el rendimiento académico de un hijo nos podemos dar cuenta de que, ante un bajo rendimiento, no se trata solamente de que sea “vago”. Pueden estar concurriendo varias situaciones que le ocasionen ese bajo rendimiento. No es suficiente ver la superficie de la realidad, hay que profundizar un poco y saber detectar dónde está el problema.

Termino con una cita de Gabriel Celaya: “¿Qué es educar? Educar es lo mismo que poner motor a una barca. Hay que medir, pesar, equilibrar y poner todo en marcha. Para eso, uno tiene que llevar en el alma un poco de marino, un poco de pirata, un poco de poeta y un kilo y medio de paciencia concentrada. Pero es consolador soñar, mientras uno trabaja, que ese barco irá muy lejos. Soñar que ese navío llevará nuestra carga de palabras hacia puertos distantes, hacia islas lejanas. Soñar que cuando un día nuestra propia barca esté durmiendo, en barcos nuevos seguirá nuestra bandera enarbolada”.


Propuestas para potenciar el hábito de estudio

  • Buscar las causas subyacentes del resultado pobre en la escuela.
  • Averiguar cuáles son las verdaderas capacidades de su hijo. Expectativas razonables, adecuadas a la realidad de cada hijo.
  • Facilitar un buen ambiente de estudio: habitación, silencio, merienda...
  • Animar y ayudar en algunas tareas cuando sea necesario.
  • Alentar a mantener el ritmo de trabajo.
  • Mostrar interés por sus trabajos y estudios. Acuda a hablar con los maestros.
  • Motivar, no atosigar, alentarle, incentivarle
  • Dar ejemplo con la propia dedicación y responsabilidad en el trabajo.
  • Ser un socio, no un adversario. Juntos han de lograr llegar a la meta. Busque estrategias para recorrer el camino.
  • En algunas ocasiones, es una buena medida hacer un intervalo en los estudios y dedicarlo a trabajar, sobre todo ante los fracasos reiterados.

 

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