Recuerdos del P. Rossoni SDB Fue en el año 1972 cuando ingresaba a primero básico y vi por primera vez al P. Rossoni, quien era el Consejero de la Secundaria. Me impresionó su carácter, su personalidad, su disciplina. Era un sacerdote enérgico, exigente y también muy bromista y comprensivo.


Recuerdo cuando nos formaba en el patio y desde las escaleras de la campana tenía un control absoluto sobre más de 500 alumnos, generaba respeto y hasta temor en cierto momento. Una persona muy directa y resolutiva.
Cada vez que aparecía en cualquier lugar la mayoría optábamos por actuar en forma tímida, porque esperábamos una medida disciplinaria. Había mucho respeto y hasta temor hacia él, y me recuerdo que una vez preparándome para confesarme, cual fue mi sorpresa que el confesor iba a ser nada menos que P. Rossoni; yo temblaba pensando en el gran regaño que me iba a dar, y cual fue mi sorpresa, que el exigente sacerdote, en el confesionario se convertía en un gran oyente, asesor, director. Fue la primera vez que lo oía reir fuerte, cuando me dijo esos tus pecadillos no son nada. Desde allí cambió mi impresión para él.
Desde entonces, lo buscaba para que me orientara, lo recuerdo en las tardes jugando basquetbol, futbol, arbitrando, dirigiendo la secundaria. Era un mil actividades.
Cuando estaba por finalizar tercero básico, voy a platicar con él para indicarle que quería estudiar magisterio pero que estaba muy triste porque tenía que dejar el colegio, y él me dijo: “Nunca te vas a ir del colegio, porque siempre regresarás”... y efectivamente así fue, cuando llegué a solicitar información de un colegio que tenía magisterio, al ver las instalaciones, ver a los alumnos con uniforme y otras cosas, hizo que regresara al colegio. Cuando llego nuevamente a hablar con él, me recordó que nunca me iría y me hizo la propuesta, que más adelante trabajaría como maestro en el colegio. Finalicé el bachillerato y él fue un gran guía en mi proceso vocacional.
Por esa época (en el mes de diciembre) mi papá fallece y mi gran sorpresa es que aparece el P. Rossoni en la funeraria, me da el pésame y me dice: “ahora te toca aportar a ti en tu casa y desde ya estás contratado para trabajar el siguiente año como maestro de matemáticas en primero básico”; días después llega a mi casa a platicar con mi mamá para pedirle permiso para que pudiera trabajar en el colegio.
Empieza mi aventura como catedrático y gran sorpresa, como manejar la disciplina de los adolescentes; me recuerdo como nos castigaban los maestros y quise ser copia, hasta que un día me aparece el P. Rossoni en clase y me dice quiero hablar contigo al finalizar la jornada. Su comentario fue simple, “no es con castigos sino con ejemplo, que vas a lograr la disciplina de los alumnos, transmite alegría, sé tu mismo y verás como los alumnos se acercarán a ti”. Fue una de las tantas lecciones que me transmitió.
Tuve la oportunidad de acompañarlo en retiros, en visitas a alumnos enfermos, a participar en resoluciones de conflictos con alumnos y sus familias, animaba a los maestros y se involucraba en la problemática personal de las personas que lo buscaban, y muchas más actividades que sería insuficiente todo el espacio para escribirlas.
Tuve la oportunidad de escuchar comentarios de la comunidad educativa (maestros, alumnos y padres de familia) en las que comentaban que era un gran sacerdote, con mucho carisma, bastante exigente, buen formador y fuerte carácter.
El generaba mucha energía entre los catedráticos y alumnos, era incansable en juegos, excursiones, movimiento Juventud, atención en su oficina; era de mirar serio pero muy buen oyente, gran consejero y muy práctico.
La comunidad salesiana en los años 70 y 90 estaba muy fortalecida con presencia salesiana, recordando a los Padres Guijo, Ruiz del Arco, Estrada, Everetz, Aragón, Benfatto, Escamilla, Corral, Iraheta, Jinesta, Ballesteros, Bolaños, Morales, el Sr. Marroquín y Monseñores Rodríguez y Vian; y sobretodo la presencia de don Settimo Rossoni. Cada uno de los mencionados con sus características personales, al estilo de Don Bosco.
Ante el suceso del fallecimiento del P. Rossoni me tomé la tarea de escribirle a mis compañeros de promoción del año 1976; y décadas después seguimos recordando aquellas aventuras históricas, heroicas, rebeldes y educativas que vivimos en el Colegio Don Bosco.
Entre los comentarios de mis compañeros con respecto al P. Rossoni están: ...”un gran futbolista, gran conocedor de música moderna, fuimos afortunados de tenerlo entre nosotros, gracias a él no me di a la perdición, gran guía espiritual, gran hombre, firme y amoroso, una persona muy especial, excelente líder, buen deportista, siempre buscaba solucionar los problemas para los demás, gran réplica de Don Bosco, un gran tipo, buenas excursiones que organizaba a los volcanes, siempre nos ayudaba, me enseñó a ser responsable de mis actos, de fuerte carácter y gran sensibilidad (me impresióno ver a ese hombre llorar cuando unos compañeros no aparecían en el volcán, gran testimonio de lo que dice el himno salesiano ¡siguiendo las huellas que el astró dejó!, sin dudas... un ángel que nos mostró el camino”.
Para finalizar este artículo quisiera compartir una experiencia de una visita que hicimos con unos exalumnos a Santa Ana, El Salvador; y al consultar a algunas personas donde quedaba la ciudadela de Don Bosco, las personas nos preguntaron que a quien buscábamos y les dijimos: al P. Rossoni, y las personas exclamaron: Buscan a Don Rossoni; nos llevaron directamente al lugar, y el querido cura como siempre nos recibió con esa gran sonrisa de gratitud que lo caracterizaba.
Gracias a la educación salesiana, los exalumnos nos vemos comprometidos con renovar nuestra sociedad, recordando las connotadas frases de San Juan Bosco “De la sana educación de la juventud depende el éxito de las naciones; formando buenos cristianos y honrados ciudadanos”.
Gracias por todo P. Rossoni, hasta siempre; y nos veremos un día en la Patria Celestial.



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