KristopherK Vivimos en una sociedad hipersexualizada, en donde la pornografía se ha convertido para muchos jóvenes en la gran educadora, a la que se puede acceder con una sencilla aplicación en el móvil y que internet está a la vuelta de la esquina. Las revistas pornográficas clásicas se han hundido, pues ya no es necesario ir al quiosco y comprarlas, sino que el acceso es inmediato a través de esas otras vías.


La pornografía es demoledora, pues presenta un sexo inmediato, sin compromiso, a la carta y destruye su grandeza y su profundo sentido dentro del mundo de los sentimientos. Crea una adicción que es más grave que la adicción a la cocaína, pues afecta a los circuitos cerebrales, muy difíciles de borrar... e invita mentalmente al consumo de sexo, que rebaja a la persona y la convierte en animal.

Esta sociedad que nos ha tocado vivir en la falda del siglo XXI es muy compleja. Llena de grandes avances técnicos, en otras épocas insospechados, en muchos campos: la medicina, las ciencias, los medios de comunicación, el transporte. Al mismo tiempo ha perdido el rumbo sobre el sentido de la vida en los grandes asuntos: el amor, la familia, la dignidad de la persona y con dos grandes notas negativas envolviéndolo todo: la permisividad y el relativismo. Todo vale y ya nada es bueno ni malo... estamos en la posverdad. Ese es, a mi juicio, buena parte del entorno en el que nos movemos.

Una sociedad herida por la permisividad y el relativismo y anestesiada por los medios de comunicación. Sin saber de dónde viene ni adónde va. Un ser humano que flota según las modas y los vientos del momento. Sus vidas son como un sótano sin vistas. La sombra del ciprés es alargada: porque una cosa es no tener tabúes (lo que es bueno) y otra cosa, no tener criterio (que es fatal). Porque la moral es el arte de vivir con dignidad. La ética es el arte de usar de forma correcta la libertad.

Los psiquiatras rastreamos el origen del comportamiento, yendo a las causas y motivos. En medicina hay dos tipos de tratamiento: sintomático, que va a la sensación que tiene el paciente; si hay dolor, un analgésico; si hay fiebre, un antipirético; si hay molestias digestivas, un protector gástrico. El otro tratamiento es etiológico, que es el mejor, porque va a la raíz de lo que lo ha producido, tratando de poner remedio a ese origen.

Educar es convertir a alguien en persona. Educar es seducir con los valores que no pasan de moda. Educar a una persona es introducirla en la realidad con amor y conocimiento. La educación sexual es enseñarle a alguien a gestionar su vida emocional con orden, jerarquía y capacidad para la entrega en el mejor sentido de la palabra. De forma moderna, abierta, liberal...pero sólida y con unos principios antropológicos firmes y de respeto al otro. La sexualidad bien entendida es el lenguaje del amor comprometido. La sexualidad es la parte física del amor. El sexo sin amor se devora a sí mismo.

Ese binomio de la permisividad y el relativismo hace estragos. Como Saturno devorando a sus hijos, esta es una sociedad que fomenta lo que luego condena.

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