La espera de la urna nunca los cansó. Don Bosco comenzó su última etapa de peregrinación por Centro América llegando al aeropuerto militar de Guatemala capital a las 5.00 pm. Fue recibido por el vicepresidente de la república, Rafael Espada, el arzobispo card. Rodolfo Quezada,  el nuncio apostólico mons. Richard Gallagher y personalidades del gobierno.

En la Plaza del Obelisco más de dos mil personas recibieron a Don Bosco con extraordinario júbilo.

La urna fue llevada en una carroza ricamente adornada hacia la Universidad Mesoamericana donde fue recibidq por numerosas personas que habían elaborado durante horas bellas alfombras multicolores en la calle principal.


Profesores y alumnos le dieron la bienvenida a Don Bosco. Con una solemne y devota oración comunitaria se quiso marcar el significado espiritual de la visita del fundador de los salesianos. Era Don Bosco educador quien llegaba a ese centro superior de educación. Los miembros de la comunidad académica tuvieron la oportunidad de venerar individualmente al impulsor del sistema preventivo salesiano.

Posteriormente la urna fue trasladada a la vecina parroquia salesiana La Divina Providencia. Esta es una parroquia que atiende pastoralmente una zona populosa y popular. Con programas pastorales apuntando a la evangelización, la parroquia tiene una profunda incidencia en la maduración cristiana de sus feligreses.

El arte exquisito de los chapines y sus maravillosas alfombras. Nuevamente debió Don Bosco transitar sobre artísticas alfombras vegetales que aludían a diversos temas salesianos. Los guatemaltecos son muy hábiles en expresar su fe con esas elaboradas alfombras de buen gusto artístico.

Con la llegada de Don Bosco a la parroquia salesiana apareció la lluvia persistente. Pero el ardor juvenil era mayor que el agua fría inoportuna. Entre la multitud apiñada frente al templo descollaban unas grotescas figuras gigantes, típicas de las fiestas populares chapinas.

El ingreso de Don Bosco al templo provocó una ovación enfervorizada de los numerosos jóvenes que allí lo esperaban. Y allí pasaría la noche en medio de una multitud compacta de fervorosos admiradores suyos que luchaban pacientemente por la oportunidad de desfilar junto al Santo.

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