Los santos que están tan cerca de Dios, pueden más fácilmente  exponer los deseos ardientes  y los problemas  que afligen a los fieles en la tierra. La madre Iglesia, en su sabiduría, desde el principio ha pensado que para ayudar a los fieles a caminar por la vía del amor no hacía falta escribir tratados de teología, tal vez complejos y poco accesibles a los sencillos. Ha entendido, sin embargo que la ciencia del amor no se aprende en libros, sino siguiendo el ejemplo de aquellos fieles que mejor han sabido tener los mismos sentimientos de Jesús. Éstos son los testigos de la fe.
Al principio se escribían los testimonios del martirio de los fieles llamadas Actas  o Pasiones de los mártires. Después del tercer siglo, se escribieron también la vida de los santos monjes, de los santos obispos y de otros santos fieles que eran propuestos como modelos de santidad La Iglesia comenzó a pronunciarse oficialmente y a señalar personalmente ejemplos de vida cristiana, que se vinieron a llamar santos. Muchas veces eran los mismos fieles los que, impresionados por el testimonio de estos grandes cristianos, insistían para que fuesen reconocidos pronto como santos por la Iglesia.



Los santos eran imitados por todos. Existía la convicción, y existe aún, de que después de la muerte habían entrado en la casa de la Trinidad, que habían sido admitidos ante el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.  

Precisamente porque estaban convencidos de que los santos están muy cerca del Padre, se les consideró poderosos intercesores. Se reza a Dios por intercesión de los santos porque a ellos, que tanto han amado a Jesús durante su vida, el Padre, por su Hijo (en el Espíritu) no les negará el favor que necesitan los fieles. Ellos, que están tan cerca, podrán más fácilmente exponer los deseos ardientes y los problemas que afligen a los fieles en la tierra. De esta manera se refuerza la unión entre la Iglesia peregrina en la tierra y la Iglesia celestial que ya contempla el rostro de Dios.

Los santos, pues, no son simples difuntos . La oración por los difuntos tenía otro sentido. En muchas inscripciones de las catacumbas se encuentra escrito: «Es santo y saludable el pensamiento de rezar por los difuntos para que sean absueltos de sus pecados», precisamente porque rezando por ellos se quería, en cierta manera, acelerar su encuentro con el Padre.

Por el contrario la oración dirigida a los santos es una oración de intercesión, diversa de la oración de adoración que se puede y se debe  dirigir sólo a la Santísima Trinidad.

Por este motivo los santos comenzaron a ser venerados como los mártires. Y se veneraron sus restos mortales y sus reliquias con la misma devoción.

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