tmfmasorpaty Hace 25 años estaba realizando mi primer año de formación como aspirante con las Hijas de María Auxiliadora. Esa experiencia me cambió la vida. Mi sueño de estudiar ingeniería industrial ya no parecía tan importante como el deseo de servir a Dios a tiempo completo.

Nací  en una familia pequeña, donde mis hermanos y yo aprendimos a amar y respetar a Dios, donde nuestros padres nos enseñaron a hacer el bien y a luchar por nuestros sueños. Realicé mis estudios básicos en una escuela pública, donde si bien nunca se hablaba de Dios, era grande el acento en los valores, la disciplina, el compromiso de los maestros, sin olvidar a mis amigos y amigas.

Mi hermana y yo estudiamos el bachillerato en el Colegio María Auxiliadora, de San Salvador. Fue una experiencia que nos cambió la vida. Conocimos y gozamos de un ambiente donde la propuesta de valores era mucho más rica, consistente, juvenil e integral, donde la propuesta educativa venía de Dios y de nuestra fe.


Agradecidas con la Virgen, quisimos colaborar con las hermanas en el oratorio y en todo lo que pudiéramos. Poco a poco descubríamos un sentido mayor para vivir: servir.  Servir a Dios en las personas que más nos necesitan. Con las hermanas visitamos zonas marginales y asilos.

Luego, ser parte de EJE fue extraordinario. Muchos jóvenes como yo pasábamos los fines de semana preparando encuentros, viviendo intensamente. Descubrí que las hermanas eran parte de la familia salesiana y de un gran movimiento juvenil. Me fascinò vivir así, me entusiasmé y fui catequista de la Parroquia Marìa Auxiliadora. Pero Dios quería más, lo quería todo. Y aquí estoy, Hija de María Auxiliadora, celebrando el amor de Dios en mi vida, compartiendo lo que él me regaló, mis dones y talentos. Y mi pobreza porque todo es gracia y todo sirve para bien.

Sor Patricia Aguilar, 42 años, salvadoreña, Hija de María Auxiliadora, trabaja en San Pedro Sula, Honduras.

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