presentacion Una celebración centenaria es  buena ocasión para echar una mirada hacia atrás, trazar la línea que nos conduce al presente y, a lo mejor, querer atisbar el porvenir.

Dice el proverbio que “también los elefantes nacen chiquitos”. Lo de elefante puede sonar desagradable por su connotación de pesado y torpe. En nuestro caso, la presencia salesiana en Nicaragua es todo lo contrario: dinámica y creativa.

Para quien tiene la fortuna de echar un vistazo a las obras actuales de la Familia Salesiana nicaraguense, la impresión que obtiene es de enorme riqueza y pujante vitalidad.


Para un país que lucha con gravísimos problemas de pobreza y de precariedad en el funcionamiento de las instituciones públicas, la presencia educativa salesiana viene a ser una luz de esperanza. Estamos donde debíamos estar.

Salesianos, Hijas de María Auxiliadora, Salesianos Cooperadores, Damas Salesianas, Asociación de Devotas de María Auxiliadora, Movimiento Juvenil Salesiano, Exalumnos y Exalumnas, Bienhechores constituyen un árbol frondoso impulsado por el aliento venido de Don Bosco y que traduce hoy para Nicaragua el lema “Formar buenos cristianos y honrados ciudadanos”.

La Familia Salesiana, por más desarrollada que aparece, seguirá siendo una gota en el complicado mar social nacional. Situada en medio de las franjas más populares del país, estimula dos líneas básicas y urgentes en la situación actual: educación y religión.

Todo origen es humilde y pequeño. Si hace cien años llegaron a Granada dos sacerdotes y un coadjutor, ahora, a un siglo de distancia, la cobertura en personal y acción educativo pastoral es consoladora.

Este número del Boletín Salesiano, dedicado a la presencia centenaria de los Salesianos en el país de lagos y volcanes, ha aprovechado con gran libertad el material histórico del libro Los Salesianos en Nicaragua: Casa de Granada, escrito por el P. Jorge Rodríguez. Aparte del artículo del P. Norman Bercián, todo lo narrado sobre los primeros años se ha obtenido del citado libro.

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