El contacto con Don Bosco, hecho con métodos propios de la investigación histórica nos ha llevado a medir mejor su grandeza, su genialidad práctica, sus dotes de educador, su espiritualidad, su obra. La simple repetición de frases de Don Bosco podría hacernos traicionar la identidad salesiana. Se trata en efecto de textos y testimonios propios de una “cultura” ya trasnochada, de una tradición y de una teología que no es desde luego la nuestra y por tanto no es perceptible inmediatamente para nosotros.

La nueva biografía crítica ha obtenido por lo menos dos efectos positivos: ante todo mostrarnos el rostro genuino de Don Bosco y la verdadera grandeza de nuestro Padre; en segundo lugar tener en cuenta a Don Bosco en la historia civil.

 

Hasta hace algún decenio, en efecto, la historiografía laica sentía una especie de alergia a Don Bosco y no le dedicaba espacio, tal vez por ciertos tonos acaramelados, por un sensacionalismo milagrero, por los sagrados conjuros, que llenaban biografías edificantes e indulgentes con lo maravilloso. 

 

Hoy, por el contrario, a Don Bosco se le toma en serio. Obviamente la figura que se presenta en estos casos no puede acusar los criterios historiográficos de los distintos autores, de su mentalidad, de sus premisas ideológicas, de sus fines, de la disponibilidad cuantitativa y cualitativa de las fuentes, del método de interrogación de las mismas, de sus diversos niveles de lectura, del momento cultural que los ha creado.

 

El contacto con Don Bosco, hecho con métodos propios de la investigación histórica, nos ha llevado a medir mejor su grandeza, su genialidad práctica, sus dotes de educador, su espiritualidad, su obra, sólo comprensibles si están plenamente enraizados en la historia de la Sociedad en la que vivió. 

 

No hay ningún rechazo a priori de las valiosísimas y respetabilísimas imágenes de Don Bosco que han tenido generaciones de salesianos y de miembros de la Familia Salesiana. 

 

Hoy tenemos necesidad de la presentación, ponderación y reelaboración de una imagen de Don Bosco que sea actual, que hable al mundo de hoy en un lenguaje renovado. La validez de la imagen que se ofrece, se juega de hecho que sea aceptada y compartida.

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