Ser fieles a Don Bosco significa conocerlo en su historia y en la historia de su tiempo, hacer nuestras sus inspiraciones, asumir sus motivaciones y opciones. Estamos invitados a estudiar a Don Bosco y, a través de la aventura de su vida, a conocerlo como educador y pastor, fundador, guía y legislador. Se trata de un conocimiento que conduce al amor, a la imitación y a la invocación.

 

El acercamiento a Don Bosco, hecho con los métodos propios de la investigación histórica, nos lleva a comprender mejor y a medir su grandeza humana y cristiana, su genialidad práctica, sus dotes educativas, su espiritualidad, su obra, comprensibles sólo si están profundamente enraizadas en la historia de la Sociedad en la que vivió. 

Ser fieles a Don Bosco significa conocerlo en su historia y en la historia de su tiempo, hacer nuestras sus inspiraciones, asumir sus motivaciones y opciones. Ser fieles a Don Bosco y a su misión significa cultivar en nosotros un amor constante y fuerte ante los jóvenes, especialmente los más pobres.  Como Don Bosco nos sentimos tocados por sus situaciones de dificultad: la pobreza, el trabajo infantil, la explotación sexual, la falta de educación y de formación profesional, la inserción en el mundo del trabajo, la poca confianza en sí mismos, el miedo ante el futuro, la pérdida del sentido de la vida.

 

Con afecto profundo y amor desinteresado tratamos de estar presentes en medio de los jóvenes con discreción y prestigio, ofreciendo propuestas eficaces para su camino, sus opciones de vida y su felicidad presente y futura. En todo esto nos hacemos sus compañeros de camino y guías competentes. Especialmente tratamos de comprender su nuevo modo de ser; muchos de ellos son “digitales innatos” que a través de las nuevas tecnologías buscan experiencias de movilización social, posibilidad de desarrollo intelectual, recursos de progreso económico, comunicación instantánea, oportunidad de protagonismo. 

 

Los cuidamos durante todo su camino de crecimiento y maduración, dedicándoles nuestro tiempo y nuestras energías y estando con ellos, en las etapas que van desde la infancia a la juventud.  

  

Nos ocupamos de ellos cuando situaciones difíciles, como la guerra, el hambre, la falta de perspectivas, los llevan al abandono de la propia casa y familia y se encuentran solos enfrentándose con la vida. 

 

Nos ocupamos de ellos cuando, después del estudio y la cualificación, buscan ansiosamente una primera ocupación de trabajo y se esfuerzan por entrar en la Sociedad, a veces sin esperanza y perspectivas de éxito.

 

Nos ocupamos de ellos cuando están construyendo el mundo de sus afectos, su familia, sobre todo acompañando su camino de noviazgo, los primeros años de su matrimonio, el nacimiento de los hijos. 

 

Nos preocupa especialmente llenar el vacío más profundo de su vida, ayudándolos en la búsqueda de sentido y sobre todo ofreciendo un camino de crecimiento en el conocimiento y en la amistad con el Señor Jesús, en la experiencia de una Iglesia viva, en el compromiso concreto de vivir su vida como una vocación

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