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La iglesia es misionera o no es iglesia. Jesús no formó a sus apóstoles para que se quedaran agrupados en grupo íntimo. Los lanzó fuera del cenáculo: Vayan por todo el mundo y prediquen el evangelio.

La fe se fortalece dándola, transmitiéndola. Es la experiencia de todo apóstol legítimo: la experiencia apostólica robustece la fe personal. Quien no quiere crecer, disminuye y termina por morir. Solo quien crece está vivo.

Una iglesia que no es misionera no tiene futuro. No se trata de cruzadas, de acciones espectaculares o de estrategias llamativas.

El cristiano, la comunidad y la iglesia deben ser invitación y convencimiento en su vida cristiana y eclesial ordinaria. 


Una predicación viva, una catequesis atractiva, una liturgia celebrada de modo vivo y reverente, laicos corresponsables en la vida parroquial: ese es el faro luminoso de una iglesia que dice algo al mundo.

Demostremos más alegría por nuestra fe. La fe es luz y fuerza. Es un don a transmitir. De la abundancia del corazón habla la boca.

El cristiano asume su condición de testigo de la fe. El testigo no habla solo con la boca, sino que habla con toda la vida, aún cuando tenga que pagar un costo por ello.

Bienvenidas también las acciones extraordinarias: eventos masivos, misiones populares. Son invitación para recuperar a quienes formaban parte de la iglesia, que se han alejado. Conquistar a quienes no participan.

La nueva evangelización necesita de personas santas animadas por el Espíritu Santo. Debemos dejarnos inflamar por el fuego de Pentecostés, irradiar un entusiasmo pentecostal.

El entusiasmo pentecostal no significa necesariamente una tempestad de fuego. La ley de la levadura y del grano de mostaza es expresiva de una evangelización discreta, menuda, a veces poco llamativa, pero eficaz. 

 

En la historia de la iglesia los movimientos de renovación nunca comenzaron con las masas, sino siempre con individuos y con pequeños grupos que se dejaron conquistar por el Espíritu, que se convirtieron y se renovaron a sí mismos y que después llamaron a otros a la conversión y a la renovación.

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