DSC08326 b Lo más urgente es que cada uno de los bautizados nos tomemos en serio nuestra vocación cristiana y la vivamos a fondo, no como una carga, sino convencidos de que es un camino que nos conduce a la plena realización personal.

Ser discípulos de Jesús, llamados a vivir en comunidad, que testimonian sobre todo la calidad de su vida y su compromiso. Es también sumamente importante estar muy atentos a los signos de los tiempos, a través de los cuales el Espíritu nos interpela.

Abandonar la arrogancia de presentarnos como personas o instituciones que ya lo saben todo, que tienen respuestas para todo y que no necesitan aprender de nadie. Debemos aprender a ser humildes, a acercarnos respetuosamente a otras personas, dispuestos a dejarnos evangelizar por ellas. El diálogo es fundamental, y no como estrategia, sino como actitud básica

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