TM8 Rafael Ernesto Benavides Gonzales comenzó sus estudios en el Instituto Técnico Ricaldone, de El Salvador, desde séptimo grado hasta bachillerato.  Seis años, en total.

En octavo grado tuvo un cambio drástico en su comportamiento. Malas calificaciones e indisciplina eran síntomas de que estaba perdiendo el control de su vida. Sus profesores llegaron a pensar que no tenía solución.

Su madre debió emigrar para pagar sus estudios. En noveno grado Rafael vivía solo, sin control parental, sin responsabilidad personal.

En una ocasión Rafael encontró a una maestra en el autobús.  Perdió la cabeza y la ofendió. Las autoridades del colegio decidieron su expulsión.  

Pero Carlos Arévalo, entrenandor de futbol en el colegio, decidió ayudarlo y aceptó ser su tutor. 

En bachillerato su conducta y sus notas mejoraron. En el segundo año tuvo otro error  de conducta que le cerró la oportunidad de continuar estudiando allí. 

Esta vez el Padre Sixto Flores le dio otra oportunidad, que le permitió ser aceptado en tercer año, con la condición de adaptarse a ciertas restricciones, entre las que estaba la prohibición de participar en la ceremonia de graduación. Esto le resultaba difícil de aceptar.

Rafael reaccionó obteniendo los primeros lugares en su especialidad y distinguiéndose como un estudiante ejemplar. 

Pertenecer a la selección de futbol del colegio le proporcionaba la cercanía del profesor Arévalo, quien lo apoyaba siempre. 

El notorio cambio de Rafael hizo que se le permitiera participar en la ceremonia de graduación, en la que se le concedió el título de bachiller de honor en la especialidad de electromecánica. 

Domingo Savio fue su inspiración por su devoción y su servicio a los demás.  Eso lo motivó a entregarse a servir como catequista en el Ricaldone. Su testimonio ayudó a otros jóvenes a superarse en su vida. 

Rafael tiene veinte años y estudia  ingeniería en la universidad. Planea graduarse y darle un triunfo más a su madre, quien a la distancia está orgullosa de su hijo. 

Compartir