peregrinos Para quienes no pudimos vivir la Jornada Mundial de la Juventud en Río de Janeiro, las redes sociales nos ayudaron a convertirnos en peregrinos digitales. Puede ser que no hayamos vivido las aventuras con las que los asistentes tuvieron que lidiar, pero sí compartimos la experiencia de ver y escuchar al papa Francisco en tan histórico viaje.

 

Tuve la oportunidad de monitorear el desarrollo de la JMJ a través de diferentes redes sociales. La información era instantánea: un mar de fotografías, tuits, likes y transmisión en vivo desde varios sitios web me permitían ser una peregrina digital a un click de distancia.


El mensaje del Papa era accesible para todo usuario. A los internautas poco familiarizados con la tecnología veloz de las redes sociales les bastaba ver la actualización de algún sitio web católico o un periódico nacional en línea.


Quienes podían seguir la JMJ desde sus lugares de trabajo podían hacerse fans de la página oficial en facebook, seguir el canal oficial en youtube o conectarse a alguna transmisión en vivo.


Los que estaban dispuestos a seguir paso a paso la gran fiesta de la juventud podían permanecer conectados las 24 horas del día. Así quedaban a su alcance los mensajes del papa, las fotografías de los peregrinos en instagram, los hashtags oficiales en twitter, dar like a las publicaciones oficiales y no oficiales, retuitear aquellas frases del papa que más le llegaban al corazón. 


Desde la llegada del papa Francisco, aparecieron en twitter más de tres millones de menciones relacionadas con la JMJ Río 2013. Era abrumador ver la gran cantidad de tuits de jóvenes en todas partes del mundo que deseaban estar en Río.  Como también, la avalancha de retuits de los mensajes del papa que, casualmente o a propósito, podían resumirse en 140 caracteres sin perder su fuerza evangelizadora.


Desde mi condición de peregrina digital, pude captar la densidad emotiva que el papa Francisco irradiaba: su rostro amable, siempre alegre; accesible al romper protocolos, caminar entre la gente, saludar con abrazo cálido, lanzar mensajes retadores, bendecir a niños y enfermos.  


Es así como imagino a Jesús en el sermón de la montaña, en su predicación a la orilla del mar, caminando por los pueblos de Galilea. Todos querían verlo, tocarlo, tener un encuentro con él. Si las redes sociales hubieran existido en el tiempo de Jesús, la cobertura de sus encuentros hubiera sido parecida a la de esta Jornada en Río. 


Puedo afirmar que  estuve ahí y me sentí parte de una iglesia  joven, con el reto de salir a la calle y evangelizar. El mensaje y la bendición me llegaron también a mí y a todos los que vivieron la JMJ a través de las redes sociales.

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