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Fiesta. Es la única palabra que viene a mi mente cuando recuerdo los momentos vividos con los salesianos en la Jornada Mundial de la Juventud en Río.

 

La primera parada fue en la ciudad de Lorena en Sao Paulo, donde nos tocó vivir la semana misionera como preparación a la jornada. UNISAL (Universidad salesiana) fue nuestra casa por siete días.

Compartimos experiencias con salesianos de Austria y Guatemala, además de algunos colombianos que se hospedaron cerca. 

 

Cada día compartimos el café de la mañana y la visita a los oratorios. Se hicieron grupos al azar entre centroaméricanos, austríacos y brasileños para salir a la misión que consistía en bendecir las casas de la comunidad, en su mayoría hogares de escasos recursos. 

 

En español, portugués e inglés las bendiciones se hacían efectivas. Por la tarde volvíamos al hogar temporal y compartíamos la misa, cada día en una lengua distinta. Al final de la pre-jornada los brasileños nos prepararon una gran celebración a su estilo. Se entronizó la Biblia entre baile y música, al igual que la presentación de ofrendas. Bailamos salesianamente toda la noche y luego a despedirnos porque los días intensos se acercaban. 

 

Llegamos al Colegio Salesiano Santa Rosa, en Niterói. Al inicio, el acomodo fue un poco difícil porque éramos demasiados. Cada rincón del colegio fue ocupado por algún joven salesiano durmiendo en su sleeping bag. 

 

Por la mañana había que hacer filas interminables para lograr un baño, tiempo que se utilizaba para conversar en francés, inglés, italiano o lo que fuera. Después debíamos recoger el desayuno, y a la calle para asistir a las catequesis propias de la jornada. 

 

El miércoles 24 los pertenecientes al Movimiento Juvenil Salesiano se reunieron para una fiesta salesiana en el Colegio Santa Rosa. Fuimos alrededor de seis mil jóvenes salesianos en un solo lugar. 

 

A la entrada, payasos y música recibían a las delegaciones. El clima no ayudó. Una lluvia incesante pretendía arruinar el panorama, pero no lo logró. Con capas y sombrillas los jovenes se distribuyeron en diversos ambientes. 

 

En la cancha, un gran escenario donde los jóvenes de Argentina presentaron el Musical de Don Bosco. En los pasillos, mimos, payasos e intercambio de pulseras y recuerdos. En las áreas de comida, imágenes gigantes de Madre Mazzarello y Don Bosco. 

 

Fotos, chistes, risas; y compartir en tantos idiomas que respondía con gran algarabía al grito de ¡Viva Don Bosco!

 

Un silencio profundo resonó en los corazones de todos frente al Santísimo para después escuchar atentamente las buenas noches del Rector Mayor y Madre General.

 

Así nos preparamos para el encuentro con el Papa Francisco, con el amor de cada salesiano que nos atendió, con las palabras elocuentes de Don Pascual y Sor Yvonne, con la hermandad y la alegría de ser salesianos. 

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