TM4 El 60 aniversario del martirio del salesiano coadjutor Esteban Sándor y su beatificación el 19 de octubre del 2013 en Budapest, Hungría son una gracia para toda la Familia Salesiana. 

Esteban nació en Szolnok, Hungría, el 26 de octubre del 1914, hijo de Esteban Sándor y María Fékete. Fue el primer hijo de tres hermanos. Su padre trabajaba en el ferrocarril, la madre era ama de casa. Ambos transmitieron a sus hijos una profunda religiosidad. Esteban estudió en su ciudad, consiguiendo el diploma de técnico metalúrgico. 

Conoció a Don Bosco a través del Boletín Salesiano. Se sintió atraído por el carisma salesiano. Se hizo aconsejar por su director espiritual. Habló también con sus padres, que le negaron el permiso. Sin embargo, Esteban logró convencerlos y en el año 1936 fue aceptado en el Clarisseum, la casa salesiana de Budapest. 

Allí hizo en dos años el aspirantado y frecuentó en la tipografía Don Bosco los cursos de técnico impresor. 

En el 1938 comenzó el noviciado, que tuvo que interrumpir para prestar servicio militar. En 1939 dejó el ejército y, al concluir su noviciado, en 1940 emitió los votos religiosos como salesiano coadjutor. Desde entonces manifestó una personalidad sobresaliente y una espiritualidad grande marcada por el amor a la Eucaristía y a María Auxiliadora. 

 

Fue enviado al Clarisseum, donde se empeño activamente en la formación de los jóvenes aprendices. Recibió también el encargo de asistente en el Oratorio, cargo que desarrolló con entusiasmo y competencia. Fue promotor de la Juventud Obrera Católica. 

En 1942 fue llamado a combatir en la guerra, ganando una medalla de plata por su valor militar. La trinchera fue para él un oratorio que animaba salesianamente, infundiendo valor a sus compañeros militares. 

 

Terminada la segunda guerra mundial se empeñó en la reconstrucción material y moral de la sociedad, dedicándose en particular a los jóvenes más pobres.

 

En el año 1946 emitió la profesión perpetua como salesiano coadjutor. En el 1948 obtuvo el título de maestro impresor, desarrollando la tarea de dirigente de la tipografía salesiana. Ese cargo le permitió ser educador de los jóvenes y de los aprendices. Los alumnos de Esteban Sándor eran aceptados en las mejores tipografías del país. 

 

Esteban era también responsable de la educación escolar de los jóvenes. Se distinguió por una fuerte personalidad. Poseía una excelente instrucción específica combinada con la disciplina, la competencia y el espíritu comunitario. Aceptó también ser sacristán en la pequeña iglesia del Clarisseum, organizando el pequeño clero.

 

De ánimo jovial y comprensivo con los jóvenes, transmitía mensajes positivos, aconsejándolos en asuntos personales o religiosos. Su personalidad revelaba gran tenacidad y resistencia en el trabajo, aún en las situaciones más difíciles, permaneciendo fiel a sus ideales.

 

Fue miembro y organizador de la Asociación Nacional de Jóvenes Católicos. Su grupo era uno de los mejores. El coadjutor Sándor aportó la atmósfera y actividad de los grupos juveniles salesianos. Los jóvenes se le unían con entusiasmo y nunca lo abandonaron, aún cuando fue llamado al servicio militar.

 

Practicó con todos el Sistema Preventivo de san Juan Bosco, ofreciendo a los jóvenes el evangelio de la alegría a través de la pedagogía de la bondad. 

 

Después de la segunda guerra mundial, Hungría quedó bajo el influjo político y militar de la Unión Soviética, que comenzó a introducir el modelo político-social comunista ateo. El primer enemigo del sistema comunista era la iglesia católica.

 

Del 1949 al 1956 fue la época estalinista. Cerca de dos mil personas fueron ajusticiadas, más de cien mil encarceladas y doscientos mil expulsadas. Rákosi desarrollló un sistema educaativo con la difusión de la ideología comunista en las escuelas y universidades. La instrucción religiosa fue prohibida.

 

En enero del 1948 el partido comunista comenzó la nacionalización de las escuelas privadas, en particular las religiosas.

 

Esteban fue obligado dejar la casa religiosa salesiana y a encontrar un trabajo en una tipografía de Szolnok, hasta que fue enviado por el gobierno a Budapest como instructor de muchachos huérfanos y jóvenes aprendices. En esta segunda actividad, en vez de aplicar los postulados ateos del régimen, Sándor continuó una prudente actividad catequística. Pero eso no le gustaba al régimen, que comenzó a espiarlo.

 

El inspector salesiano Lászlo Adám decidió enviarlo al extranjero para que continuara con su vida religiosa, pero él rechazó esta oportunidad, afirmando que prefería dedicar su vida a la salvación de la juventud húngara, aún a costa del martirio. 

 

Bajo otro nombre logró conseguir trabajo en una fábrica de detergentes de la capital, donde continuó clandestinamente su apostolado, aún sabiendo que era una actividad rigurosamente prohibida. Se encontraba regularmente con sus exalumnos y algunos amigos, interesándose por sus problemas espirituales y educativos. Se preparaban para resistir a la propaganda anticlerical del régimen y ayudaban también a otros a permanecer fuertes en la fe.

 

Fue descubierto cuando le interceptaron su correspondencia, y fue encarcelado en 1951. Fue sometido a interrogatorios inhumanos, a feroces torturas y a los típicos lavados de cerebro hasta que reconoció plenamente las absurdas y falsas acusaciones formuladas en su contra. Tales acusaciones conllevaban la pena de muerte. 

 

En la cárcel Esteban Sándor mantuvo firme su espiritualidad, rezando y recitando el rosario. A pesar de que sabía que estaba cerca la ejecución de su condena a muerte, con extraordinaria serenidad consolaba a sus compañeros. Fue ahorcado el 8 de junio del mismo año. Tenía treinta y nueve años.

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