TM5 El da mihi ánimas es una llamada a vivir auténticamente nuestra vida unificándola en torno al ideal de la salvación de los jóvenes. 

No es simplemente dar cualquier cosa de nosotros, una parte de nuestro tiempo, nuestros saberes y talentos empleándolos en una profesión educativa. No es tanto “dar nuestras cosas”, sino ofrecernos a Dios para que Él nos use como quiere y, que por medio de María, nos conduzca en el campo de su misión.

El da mihi ánimas vivido en hechos, encarnado en la vida, nos pone al abrigo del riesgo de convertirnos en burócratas de la educación, dominadores del funcionalismo y de la eficiencia, y conferir a la misión salesiana la eficacia transformadora de las relaciones auténticas porque, hoy como ayer, ilumina quien arde.

 

El da mihi ánimas es también un principio de conversión continua, el resorte secreto que nos empuja a dejar a otros la acumulación de tesoros, la búsqueda de los placeres, la carrera de los honores, a abandonar la mediocridad, para ser cada día más libres de vivir la misión salesiana con sobriedad y templanza.

El da mihi ánimas, al convertirse en principio unificador de nuestra vida, nos preserva de la dispersión y confiere solidez y profundidad a nuestra espiritualidad, ayudándonos a canalizar nuestras fuerzas hacia el ideal. La salvación de los jóvenes se convierte en el objetivo de nuestra vida, la fuente de la cual fluye un actuar tranquilo, impregnado de paz serena, como la que resplandecía gozosa en el rostro de Don Bosco. 


En un mundo dominado por comunicaciones veloces y superficiales, expropiado de la capacidad de atención al momento presente, el da mihi ánimas nos ayuda a habitar el momento que huye dando prioridad a lo que importa. 

 

Si los jóvenes encuentran en nosotros personas así, no buscarán refugiarse en mundos virtuales para experimentar el calor que les falta en sus casas vacías, porque habrán reencontrado finalmente una casa, un nuevo Valdoco habitado por padres y madres, amigos, hermanos y hermanas que moran donde están, los buscan en sus “periferias existenciales”, viven sus cruces, llevan el Evangelio de la salvación, de la bondad y de la alegría.

 

Es esto lo que anhela Don Bosco, nuestro Padre y Fundador, al acercarnos al bicentenario de su nacimiento: que él pueda renacer en el corazón de sus hijos e hijas, y que su vida entregada a Dios por la salvación de los jóvenes alumbre para incendiar al mundo.

 

* Da mihi ánimas es la primera parte del lema escogido por Don Bosco para los Salesianos. El lema completo dice: Da mihi ánimas, coetera tolle. Está escrito en latín y es una cita del Antiguo Testamento que significa Dame almas, llévate lo demás. 

Compartir