ricaldone-2 Un proyecto salesiano para los últimos

En el 2010 el Instituto Técnico Ricaldone, situado en San Salvador, El Salvador, inició un prometedor proyecto educativo de fin de semana para jóvenes y adultos, hombres y mujeres, que estaban fuera del sistema escolar. La edad mínima para ingresar era 16 años. Desde entonces el proyecto sigue fortaleciéndose.

En estos cinco años se han inscrito 1400 personas. En la última graduación, en agosto pasado, recibieron su diploma 325 aprendices; 75% de ellos son jóvenes. 

Los beneficiados se inscriben en cursos técnicos de fin de semana durante un año y medio. El estudiante debe dedicar cinco horas a la semana al ramo técnico escogido.

Al iniciar su habilitación técnica, adquieren el compromiso de regresar a la escuela y estudiar de manera simultánea el bachillerato y el diplomado.

 

El abanico de ofertas comprende soporte técnico y administración de redes, electricidad industrial y residencial, mecánica automotriz, asistente administrativo, estética y belleza.

La formación técnica es gratuita para el estudiante. El Ministerio de Educación financia el proyecto educativo. Vía Don Bosco, una ONG salesiana en Bélgica, apoya el proyecto cubriendo los gastos de transporte y alimentación para los alumnos que requieren de un apoyo extra.

 

Quienes optan por estos cursos provienen de áreas pobres y vulnerables. En general, la motivación que los impulsa a  someterse a este entrenamiento técnico se refleja en el bajo nivel de deserción, apenas un cuatro por ciento. La ilusión de todos apunta a conseguir una habilitación técnica que les permita insertarse en el mercado laboral.

 

Al ser el Instituto Ricaldone una entidad salesiana, la oferta no se reduce a una simple habilitación técnica. El personal administrativo y docente tiene viva conciencia del estilo educativo salesiano. De allí el interés por crear un ambiente humano cálido en el que los beneficiados se sientan en familia. 

 

Cada persona es atendida en su proceso de aprendizaje mediante un seguimiento personalizado, refuerzo pedagógico y atención psicológica. A los graduados la institución les ayuda a conseguir empleo a través de su oficina de intermediación laboral.

 

El estilo salesiano se expresa en los clásicos “Buenos Días”, campeonatos de futbol, el cultivo de la música y la oratoria, la celebración ocasional de la misa y algunas fiestas durante el curso.

 

Pronto los participantes asumen el orgullo de pertenencia al Instituto Ricaldone. Antes de entrar al centro educativo, se revisten espontáneamente de la gabacha que luce el logo de la institución. Al concluir el proceso formativo, se enorgullecen de ser exalumnos del “Rical”, como se conoce familiarmente a la institución.

 

Es emblemático el caso de un estudiante que fue a parar a la cárcel, cuya mamá llegaba cada semana al Ricaldone para recoger el material de estudio, se lo llevaba al hijo y lo devolvía al centro para su evaluación. Y así, hasta que el joven se incorporó de nuevo al centro y completó el diplomado.

 

Otro ejemplo. Un joven estudiante también fue encarcelado. Un día envió a sus compañeros de curso una carta escrita en papel higiénico en el que los animaba a perseverar, afirmando que el tiempo transcurrido en el Ricaldone había sido el único en que había conocido lo que era vivir en paz.

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