TM3 De tanto recitar esta oración fundamental corremos el riesgo de pronunciarla como una fórmula mecánica. Sin embargo, Jesús condensó en ella el estilo de orar de sus discípulos cuando le pidieron que les enseñara a orar.


La primera parte nos impulsa a orientarnos hacia los grandes intereses del Padre. La segunda parte enfoca nuestros pequeños intereses de hijos.

Padre:
Más exactamente “Abba”, papá. Nos abre a una confianza total de hijos ante un Padre amoroso.

Que estás en el cielo:
Nuestra casa común, donde el Padre nos espera para la fiesta sin fin.
Santificado sea tu nombre:
El nombre, en el lenguaje bíblico, es la persona. Que el Padre sea reconocido, respetado, amado por sus criaturas.

Venga a nosotros tu Reino:
Que el amor, la paz, la fraternidad se hagan realidad en la familia humana.

Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo:
El proyecto de Dios es que tengamos vida abundante aquí en nuestra vida terrena, y allá en la morada celestial.

Danos hoy nuestro pan de cada día: Pan como símbolo de todo lo necesario para vivir dignamente como hijos de Dios en la tierra.

Perdona nuestras ofensas:
Somos débiles, pecadores, limitados. El Padre es grande en su misericordia sanante.

Como nosotros perdonamos a quienes nos ofenden:
Que crezcamos en nuestra capacidad de perdonar, al estilo de Dios.

No nos dejes caer en la tentación: Estamos asediados por el demonio y, sin la ayuda del Padre, seremos incapaces de vencerlo.

Líbranos del mal:
El mal es contagioso y destructivo.
El poder del Padre es redentor.

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