Coadjutores

Entre los muchos jóvenes que quisieron quedarse con Don Bosco, algunos eligieron ser sacerdotes y otros prefirieron quedarse en el oratorio como hermanos, como compañeros, como amigos. Su opción era la de ser hermanos salesianos o, como Don Bosco los llamó, coadjutores.

Los coadjutores salesianos son parte integral de la comunidad religiosa, no un complemento o una vocación subordinada. Existe una única vocación salesiana, de la cual forman parte los salesianos presbíteros y los salesianos coadjutores. Cada uno es responsable de la misión común salesiana y participa en ella con la riqueza de sus dones personales y de la característica laical y sacerdotal.

El salesiano coadjutor lleva a todos los campos educativos y pastorales el valor propio de su laicidad, que de modo específico lo hace testigo del Reino de Dios en el mundo, cercano a los jóvenes y a las realidades del trabajo.

Al coadjutor se lo conoce tradicionalmente como “hermano”. Son llamados por Dios a seguir de cerca a Don Bosco en la vocación salesiana. Participan de la experiencia salesiana en múltiples actividades como religiosos consagrados a Dios para estar con los jóvenes educando y evangelizando de manera integral.

Don Pascual Chávez insistía en dos palabras-clave que constituyen la identidad del salesiano coadjutor: laicidad o dimensión laical y consagración. El hecho de ser salesiano es una especificación de su consagración.

La palabra laico representa una estima por lo secular, por el mundo que es la realidad que viven todas las personas. Esta característica no tiene ninguna carga negativa. No se caracteriza el hermano por “no” tener algo que el presbítero sí tiene, como se describía en siglos pasados. El ser laico lleva a un compromiso en múltiples campos: salud, educación, cultura, industria, economía, comunicación, justicia, etc. Un campo que se destaca es el mundo del trabajo, reconociendo que nuestras sociedades modernas se basan en el trabajo, que es una realidad importante para el bien del hombre y de la sociedad.

Su dimensión laical constituye la aportación más grande y significativa del coadjutor a la comunidad, a su hermano salesiano presbítero, a los jóvenes. Lo laical no debe reducirse solo al trabajo apostólico; la laicidad empapa todos los aspectos de su vida. El Capítulo General 21 de los salesianos afirma que “la dimensión laical afecta a toda la vida del salesiano coadjutor: la misión salesiana, la vida de comunidad, la acción apostólica, la profesión religiosa, la oración y la vida espiritual son vividas por él como salesiano religioso laico”.

Por su laicidad, el salesiano coadjutor hace muchas cosas que son semejantes a las cosas hechas por los seglares. La diferencia está en que hace esas cosas como consagrado. Realiza su misión más por lo que es que por lo que hace o, con otras palabras, su vida misma se convierte en misión aún antes que su trabajo.

En cuanto a la “consagración”, quiere decir que Dios se hace compañero en la aventura de la vida de una persona. La llama y reserva para sí con el fin de que se dedique a él de modo particular; le confiere su Espíritu como fuente de gracia. El consagrado centra la propia vida en Dios. Trata de imitar de cerca el modo con que Jesús centró su vida en el Padre celestial: viviendo obediente, pobre y casto, como hijo amoroso del Padre y en donación a los hermanos.

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