Coadjutor, genialidad de Don Bosco

Quienes nos conocen de lejos a nosotros los Salesianos acostumbran referirse a nosotros como los “padres salesianos”. Tal vez se sorprenderían si supieran que los “padres” somos una parte de la congregación salesiana. Que existe otra parte formada por laicos no sacerdotes, pero sí plenamente salesianos, con la profesión religiosa como la de los sacerdotes.

Hay varias congregaciones religiosas en la iglesia que tienen entre sus miembros a “hermanos legos”. Es casi igual que nuestros hermanos coadjutores. Solo que los nuestros tienen rasgos especiales.

El salesiano coadjutor es otra de las genialidades de Don Bosco. Para entender mejor esta originalidad, es preciso ampliar la mirada. Don Bosco tenía el arte de “hacerse ayudar”. De entre sus mismos numerosos muchachos escogía a los más capaces para asignarles tareas de responsabilidad en aquel universo juvenil que se aglomeraba a su alrededor.

Otros muchos adultos echaban una mano en la naciente obra de Don Bosco: sacerdotes, gente de la nobleza, personas sencillas, hasta su misma mamá. No se trataba de ayudas desde lejos, sino que compartían con Don Bosco las innumerables tareas de aquel hormiguero humano: catequesis, juegos, organización, tareas de todo tipo.

Pero la mayoría de esos generosos colaboradores iban y venían. Don Bosco necesitaba gente más comprometida, totalmente comprometida. Así comenzó a cultivar un grupo de excelentes colaboradores jóvenes y les propuso formar con ellos una congregación religiosa: los salesianos.

En su tiempo, el hábito religioso era indispensable para todo religioso, sacerdote o lego. Don Bosco se atrevió a integrar en su naciente congregación a “salesianos en mangas de camisa”, sin hábito ni signos externos.

El salesiano coadjutor nació así: un laico consagrado con votos religiosos, dedicado a la educación de los jóvenes más pobres, atendiendo toda clase de servicios que el proyecto salesiano demandaba: maestros, técnicos, administradores… Todo con el mismo espíritu salesiano de la alegría y el trabajo intenso.

Actualmente tenemos en la congregación salesiana salesianos coadjutores dedicados a los servicios más diversificados. Pero la misión de educadores pastores es compartida con los sacerdotes, con quienes conviven en plena fraternidad.

Aunque en menor número que los sacerdotes, siguen siendo una dimensión vital y necesaria para la congregación que Don Bosco soñó.

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