Estas religiosas han encontrado la puerta ancha para insertarse en la dinámica pastoral de la zona. Talita Kumi suena a nombre misterioso. El evangelista lo quiso dejar intacto. Jesús le habló en arameo a la jovencita muerta: Niña, levántate.

Talita Kumi es la expresión inspiradora de un proyecto educativo pastoral aplicado en la misión salesiana de Carchá, en Guatemala.

El padre Jorge Puthenpura, de la India, tuvo la audacia de “inventar” un modelo de vida religiosa femenina dentro de la cultura indígena local, la cultura qeqchí. Religiosas que conservaran el carisma en moldes propios de la cultura local.

Al inicio estas religiosas sorprendieron y desconcertaron a más de uno. Había una buena dosis de escepticismo sobre este ensayo original. Pero la audaz intuición se afianzó.

Estas religiosas, que apenas se diferencian del estilo de vida de las mujeres qeqchí, han encontrado la puerta ancha para insertarse en la dinámica pastoral de la zona. La gente las acepta, las quiere y las apoya.

Son líderes capaces de animar proyectos de evangelización de éxito inmediato: formación de numerosos grupos de catequistas en un plan organizado para muchos años: las escuelas dominicales.

Dos grandes estructuras escolares en régimen de internado facilitan la educación de calidad a centenares de jovencitas indígenas.

Fundan pequeñas comunidades en lugares distantes, algunas de difícil acceso.

Recorren a pie o en transporte público largas distancias para la animación de numerosas aldeas.

Mantienen programas de radio, crean cantos religiosas por computadora, enlazan a sus líderes locales con un uso inteligente del teléfono celular.

Es una pastoral callada, discreta, capilar.

Las Hermanas de la Resurrección son una bendición para la numerosa población indígena qeqchí de la zona norte de Guatemala.

 

 

 

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