La unidad es más importante y fecunda que el conflicto. La construcción de la paz mediante la no violencia activa es un elemento necesario y coherente del continuo esfuerzo de la Iglesia para limitar el uso de la fuerza por medio de las normas morales, a través de su participación en las instituciones internacionales y gracias también a la aportación competente de tantos cristianos en la elaboración de normativas a todos los niveles.

Jesús mismo nos ofrece un manual de esta estrategia de construcción de la paz en el llamado Discurso de la montaña. Las ocho bienaventuranzas trazan el perfil de la persona que podemos definir bienaventurada, buena y auténtica. Bienaventurados los mansos —dice Jesús—, los misericordiosos, los que trabajan por la paz, y los puros de corazón, los que tienen hambre y sed de la justicia.

Esto es también un programa y un desafío para los líderes políticos y religiosos, para los responsables de las instituciones internacionales y los dirigentes de las empresas y de los medios de comunicación de todo el mundo: aplicar las bienaventuranzas en el desempeño de sus propias responsabilidades.

Es el desafío de construir la sociedad, la comunidad o la empresa, de la que son responsables, con el estilo de los trabajadores por la paz; de dar muestras de misericordia, rechazando descartar a las personas, dañar el ambiente y querer vencer a cualquier precio.

Esto exige estar dispuestos a aceptar sufrir el conflicto, resolverlo y transformarlo en el eslabón de un nuevo proceso. Trabajar de este modo significa elegir la solidaridad como estilo para realizar la historia y construir la amistad social.

La no violencia activa es una manera de mostrar verdaderamente cómo, de verdad, la unidad es más importante y fecunda que el conflicto. Todo en el mundo está íntimamente interconectado. Puede suceder que las diferencias generen choques: afrontémoslos de forma constructiva y no violenta, de manera que las tensiones y los opuestos puedan alcanzar una unidad pluriforme que engendra nueva vida.

Fragmento del mensaje Papa Francisco para la celebración de la 50 jornada mundial de la paz.


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