totalitarismo La historia registra dos funestos totalitarismos: el marxismo y el nazismo. El primero buscaba borrar las diferencias económicas (comunismo); el segundo pretendía eliminar a los débiles (racismo). Ahora surge un tercer totalitarismo, la ideología de género, que batalla por borrar las diferencias sexuales naturales.


La ideología de género se inspira en el concepto marxista de la lucha de clases: oprimidos versus opresores. En la actualidad sería mujeres esclavizadas contra hombres dominantes. La novedad en esta nueva batalla no es la razón económica sino la diferenciación sexual. Se trata de borrar la clasificación de los seres humanos según los criterios masculino y femenino. La naturaleza no definiría la diferenciación sexual, sino que ésta es un producto machista.

Quienes tratan de imponer esta ideología parten del principio de que el sexo es una opción de la persona. Entonces, cada quien tendría la libertad de elegir su propio sexo, ya que se lo considera un dato cultural y no biológico. Elección que puede revertirse cuando el interesado así lo desee.

Este planteamiento ideológico ha dado paso a la multiplicidad de opciones sexuales: masculino, femenino, lesbianismo, homosexualidad....

Como toda ideología, la del género busca imponerse a través de organizaciones mundiales (Naciones Unidas), legislaciones nacionales, sistemas educativos, cine y televisión. Los promotores de esta ideología cuentan con inmensos recursos económicos. Su activismo es absolutamente intolerante.

El propósito de fondo es promover una ingeniería social mediante la creación de nuevos derechos: libertad de elección del propio sexo, plena sexualidad del menor, aborto libre, nuevos modelos de familia en contra de la familia tradicional, desaparición de la patria potestad.

El trasfondo de esta batalla es la demolición de la civilización occidental, acabar con la familia tradicional y limitar la fertilidad humana mediante esterilizaciones masivas, sobre todo en los países pobres, pues los pobres son un factor contaminante. En suma, es un proyecto totalitario con una estrategia clara mediante una poderosa organización internacional.

Este proyecto de reingeniería social tiene una inspiración diabólica. Niega a Dios y, por tanto, busca eliminar toda religión tradicional. El relato bíblico de la creación del ser humano como hombre y mujer es un mito machista del que hay que liberarse. El hombre se autoconstruye según le plazca. Los valores éticos serían establecidos por consenso y no por un orden divino. Hay que sustituir los diez mandamientos por un nuevo modelo de vida en el marco de una religión panteísta.

La ideología de género trata de imponerse con una intolerancia absoluta en las legislaciones nacionales con el apoyo de la ONU. Disentir, entonces, es constitutivo de delito. Adiós a la esfera privada y a la propia conciencia.

 

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