redes En mayor o menor medida todos somos comunicadores. Tarea no fácil, como lo sabemos por experiencia personal. Sobre todo, quienes nos aventuramos en el terreno todavía poco explorado de las redes sociales.

Para que nuestra presencia en las redes sociales no resulte ingenua o con escaso “pegue”, aquí van unas preguntas básicas que pueden ayudarnos a incidir con mayor fuerza en nuestros “amigos”.

Las redes sociales se crean para comunicar. ¿Y para escuchar? También. Esta podría ser su mejor función. Conocer cómo piensa la gente que no piensa como yo.

Todos pertenecemos a alguna(s) tribus(s): familia, amigos, clientes, compañeros de trabajo, vecinos... Afortunados si hemos desarrollado la empatía, o sea el arte de sintonizar con las variadas corrientes de opinión. Entender a nuestros “consumidores”.

No basta echar a volar mensajes. Estos deben ser relevantes, atractivos. Reto: sacarle la sonrisa a la Monalisa.

Las redes sociales se extienden sobre diversos mapas:
Multitud apretada: un grupo compacto.
Multitud desconectada: sin motivaciones comunes.
Redes calientes: oleadas de personas que comparten un tema común.
Multitudes polarizadas: hablan de los mismos temas desde perspectivas distintas.

La fe es un tema que divide.
La gran pregunta: ¿Con quién estoy hablando? Vale para las redes y para la predicación.

Las redes sociales no sirven para convencer sino para movilizar. Refuerzan las convicciones que ya tenemos.

¿Qué quiero conseguir? ¿Fortalecer a los miembros de la tribu? ¿Ir más allá de las zonas de confort y así crecer?

Una marca, si no crece, muere.


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