nunzio Nació el 13 de abril de 1817 cerca de Pescara, Italia. Pronto se quedó huérfano y trabajó como orfebre o herrero a las órdenes de su tío Domingo Luciani, Después vivió con un tío quien lo maltrataba; a consecuencia de una paliza, el tío le provocó a Nuncio una lesión en el tobillo que dañó el hueso y se tornó incurable.

Pese a su frágil salud fue obligado a trabajar en la herrería de su pariente como aprendiz, donde -sin considerar lo adverso del medio en el aspecto religioso- dedicaba tiempo a la oración. El año 1831 ingresó en el hospital de San Salvador de L’Aquila.

Su conducta ejemplar le ganó la estima de sus compañeros, quienes lo llamaban el pequeño santo cojo. En época de huelgas compartía su exiguo salario con aquellos que no recibían sueldo, que le hacía trabajar más allá de sus fuerzas.

En 1832, fue a Nápoles al lado de otro tío, Francisco Sulprizio. La lesión en su pierna le causaba un sufrimiento atroz y fue internado en el Hospital de incurables de santa María del Pueblo, gracias a las gestiones del coronel Wochinger, quien, al fin, lo llevó consigo (1834), aunque su pierna todavía no estaba curada, pero los médicos no quisieron amputarla por la debilidad orgánica del muchacho.

Se impuso un reglamento de vida cristiana que observó con toda fidelidad. Su paciencia en soportar la mala salud y la desgracia hicieron que fuera propuesto como modelo para los jóvenes y trabajadores.

Vivió cristianamente durante sus 19 años, dando siempre ejemplo de caridad y entrega. Siempre profesó gran devoción a María Santísima. Quienes lo conocieron en el hospital de Nápoles, donde murió, lo consideraban santo. Antes de morir dijo: “¡Oh, la Virgen María, vean qué bella es!”.

Murió en Nápoles. Fue beatificado por el beato Pablo VI. Será canonizado el 14 de octubre próximo.




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