Foto de: ThevisualYouNeed Llevar consigo el terrible sentimiento de culpa por algo que sucedió en el pasado es una carga demasiada pesada que no podemos llevar por siempre. ¿Por qué podemos perdonar a los demás aunque estos hayan cometido delitos atroces y sin embargo no podemos perdonarnos a nosotros mismos por un delito mucho menor? ¿Por qué somos tan duros con nosotros mismos?

La vida nos lleva, en muchas ocasiones, a situaciones en las que no vemos, no actuamos con total claridad o simplemente nos equivocamos. En cada día de nuestra vida nos ponemos a prueba para mostrar nuestras emociones, para compartirlas, sufrirlas.

Errar es humano. Cometer errores es parte fundamental en el aprendizaje emocional. No existe quien no comete fallos y hay que aprender a perdonar, pero también a perdonarse a uno mismo.

Cuando hay que perdonarse a uno mismo todo cambia, estamos solos, no nos dirigimos a terceras personas. Es un proceso estrictamente interno en el que no hay que dar explicaciones ni justificarse ante nadie.

Asumir las propias responsabilidades: Tener en cuenta que nuestros actos siempre conllevan consecuencias es vital. Responsabilizarnos de nuestras acciones implica un esfuerzo sincero por nuestra parte. Reconocer los errores cometidos libera nuestra madurez y nos hace fuertes frente a la realidad. Obtenemos satisfacciones al incidir en este trascendental punto.

Saber perdonarnos a nosotros mismo: Debemos darnos la oportunidad de ser lo que somos y estimarnos como somos. Debemos aceptar que convivimos con miedos, inseguridades y emociones que modifican nuestros caminos. Es fundamental entender que es lícito fallar, que equivocarse está permitido.

El perdón es el atajo más rápido para comenzar de nuevo y volver a centrarse en lo que importa. Esto no significa que dejemos de ser responsables, sino de aprender de nuestros errores y liberarnos de la carga para que podamos empezar a ayudarnos a nosotros mismos y a los demás.

Una de las trampas mentales más grandes, más improductivas y más autodestructivas que muchos de nosotros afrontamos es el sentimiento de culpa. Es como si el cerebro no supiera qué hacer con la incómoda sensación de que ese sentimiento está ahí y lo proyecta hacia el interior. No existe un solo ejemplo en el que la auto-culpa sea constructiva.

Aunque a veces sea complicado conseguirlo, perdonarse a uno mismo siempre es liberador. El perdón ayuda a retomar el control de la propia vida, a conocerse mejor y, en definitiva, a ser algo más feliz.

 

Compartir