Foto de: kranich17 Cuando Dios perdona, su perdón es tan grande que es como si olvidase. Una vez que estamos en paz con Dios por su misericordia, si le preguntáramos al Señor: - Pero, ¿te acuerdas de esa cosa fea que he hecho?, la respuesta podría ser: - ¿Cuál? No me acuerdo...».


Es todo lo contrario de lo que hacemos nosotros y que surge con frecuencia de nuestras conversaciones: - Este hizo eso, hizo aquello, hizo también esto otro.... Nosotros no olvidamos, y de muchas personas conservamos la historia antigua, media, medieval y moderna. Y la razón está en el hecho de que no tenemos un corazón misericordioso.

Pedro había escuchado muchas veces al Señor hablar del perdón, de la misericordia. El apóstol, en su sencillez (no había cursado muchos estudios, no tenía títulos: era un pescador) no había comprendido plenamente el significado de esas palabras. Por ello se acercó a Jesús y le dijo: - Dime, Señor, si mi hermano me ofende, ¿cuántas veces tengo que perdonarlo? ¿Te parece que hasta siete veces? Siete veces: tal vez le pareció haber sido incluso generoso. Pero Jesús lo detiene y dice: - No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete.

Jesús relata la parábola del rey que quiso ajustar cuentas con sus siervos. Le fue presentado uno que le debía diez mil talentos, una cantidad enorme para la cual, según la ley de esos tiempos, se hubiese visto obligado a vender todo, también la esposa, los hijos y los campos. Ante esta situación el deudor comenzó a llorar, a pedir misericordia, perdón, hasta que su señor tuvo compasión.

«Perdona nuestras ofensas así como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden». Se trata de una ecuación: Si tú no eres capaz de perdonar, ¿cómo podrá perdonarte Dios? El Señor quiere perdonarte, pero no podrá hacerlo si tú tienes el corazón cerrado y la misericordia no puede entrar. Alguien podría objetar: Yo perdono, pero no puedo olvidar el mal que me ha hecho...». La respuesta es: Pide al Señor que te ayude a olvidar.

Si es verdad que se puede perdonar, pero no siempre se logra olvidar, seguramente no se puede aceptar la actitud de “perdonar” y “me la pagarás”». Es necesario, en cambio, perdonar como perdona Dios, quien perdona al máximo.

No es fácil perdonar. En muchas familias hay hermanos que pelean por la herencia de los padres y no se saludan nunca más en la vida. Muchas parejas pelean y crece el odio, y esa familia acaba destruida. Estas personas no son capaces de perdonar. Y este es el mal.

 

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