volar La juventud está marcada por sueños que van tomando cuerpo, por relaciones que adquieren cada vez más consistencia y equilibrio, por intentos y experimentaciones, por elecciones que construyen gradualmente un proyecto de vida.

Hablar de jóvenes significa hablar de promesas, y significa hablar de alegría. Los jóvenes tienen tanta fuerza, son capaces de mirar con tanta esperanza. Un joven es una promesa de vida que lleva incorporado un cierto grado de tenacidad; tiene la suficiente locura para poderse autoengañar y la suficiente capacidad para poder curarse de la desilusión que pueda derivar de ello.
Algunos jóvenes quizás rechazan esta etapa de la vida, porque quisieran seguir siendo niños, o desean una prolongación indefinida de la adolescencia y el aplazamiento de las decisiones; el miedo a lo definitivo genera así una especie de parálisis en la toma de decisiones. La juventud, sin embargo, no puede ser un tiempo en suspenso: es la edad de las decisiones.

Siempre existe la amenaza del lamento, de la resignación. Hay que estar atentos a una tentación que suele jugarnos una mala pasada: la ansiedad. Puede ser una gran enemiga cuando nos lleva a bajar los brazos porque descubrimos que los resultados no son instantáneos.

Los sueños más bellos se conquistan con esperanza, paciencia y empeño, renunciando a las prisas. No hay que detenerse por inseguridad, no hay que tener miedo de apostar y de cometer errores. Sí hay que tener miedo a vivir paralizados, como muertos en vida, convertidos en seres que no viven porque no quieren arriesgar, porque no perseveran en sus empeños o porque tienen temor a equivocarse.

Jóvenes, no confundan la felicidad con un diván ni vivan toda su vida detrás de una pantalla. Dejen brotar los sueños y tomen decisiones. Arriesguen, aunque se equivoquen. ¡Hagan lío! Echen fuera los miedos que los paralizan, para que no se conviertan en jóvenes momificados. ¡Vivan! ¡Entréguense a lo mejor de la vida! ¡Abran la puerta de la jaula y salgan a volar! Por favor, no se jubilen antes de tiempo.

Jóvenes, no confundan la felicidad con un diván ni vivan toda su vida detrás de una pantalla. Dejen brotar los sueños y tomen decisiones.

Marcos Andino  

 ¿Qué pasa al final del grupo juvenil?

El mayor miedo cuando el proceso del grupo juvenil termina es la incertidumbre de saber qué voy a hacer de mi vida.
La pastoral juvenil me ayudó a formarme personal y espiritualmente y al final encontrar una vocacion.
Si tú estás por terminar tu grupo juvenil debes saber que no todo termina en el grupo juvenil. Ahora empieza tu vida como laico comprometido: servir en algún ministerio en tu parroquia, colaborar como catequista, ser salesiano cooperador o formar parte algún grupo de la familia salesiana.
El reto más desafiante es continuar.

Marco Andino, 29 años, Honduras.

 

¿Necesitas amor? ¿Buscas pasión?

¿Necesitas amor? No lo encontrarás en el desenfreno, usando a los demás, poseyendo a otros o dominándolos. Lo hallarás de una manera que verdaderamente te hará feliz ¿Buscas intensidad? No la vivirás acumulando objetos, gastando dinero, corriendo desesperado detrás de cosas de este mundo. Llegará de una forma mucho más bella y satisfactoria si te dejas impulsar por el Espíritu Santo.

¿Buscas pasión? Nada puede importar más que encontrar a Dios. Es decir, enamorarse de Él de una manera definitiva y absoluta. Aquello de lo que te enamoras atrapa tu imaginación, y acaba por ir dejando su huella en todo. Será lo que decida qué es lo que te saca de la cama en la mañana, qué haces con tus atardeceres, en qué empleas tus fines de semana, lo que lees, lo que conoces, lo que rompe tu corazón y lo que te sobrecoge de alegría y gratitud. ¡Enamórate! ¡Permanece en el amor! Todo será de otra manera.

Este amor a Dios que toma con pasión toda la vida es posible gracias al Espíritu Santo, porque «el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones con el Espíritu Santo que nos ha sido dado.

 

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